Lyda escuchó una voz en sueños que le llamaba. Escuchó claramente su nombre, donde no alcanzaba a ver absolutamente nada. Una sola palabra repetida, desde una garganta profunda y áspera, invisible: Lyda, Lyda, Lyda. Una vez más, la bruja se despertó en la noche. Estaba en su habitación, tumbada en su lecho, bocarriba y medio tapada. La vela seguía encendida, pero titilaba como mecida por una brisa inexistente. Entonces, escuchó la voz otra vez: Lyda… Sólo que esta vez no soñaba. La vela bailó ágilmente, para apagarse al instante. Todo quedó a oscuras, y Lyda casi siente parársele el cuerpo, el corazón, y la vida.
- Lyda…- Aquella voz la mantuvo paralizada un rato. Estaba segura de escucharla. Estaba segura de estar despierta. Estaba segura de estar en su cama y de estar escuchando su nombre. Y lo peor de todo… Estaba segura de estar sola en su casa.- Lyda…- Otra vez. Ella dejó de respirar. No veía nada, sólo sentía el contacto con las sábanas, su corazón latir a punto de salírsele del pecho, y su cuerpo paralizado del horror.- No temes a la oscuridad, Lyda…- Aquello ya era imposible. La voz articuló esas cuatro palabras, desde una garganta que no existía, entonando con cuerdas vocales imposibles.- Me temes a mí… Siempre lo has hecho. Siempre has sabido que acecho en la oscuridad, me escondo entre tus miedos, ante tus ojos cuando no puedes ver… Y aunque has intentado huir de mí, te he alcanzado.
Lyda no podía hablar, no moverse ni hacer nada, salvo mantenerse con vida ante ese terror que la empujaba a salir huyendo de su propio cuerpo, de aquel momento, incluso a enfrentarse a la muerte por escapar de esa voz infernal. Deseó poder abrir la boca, pero sus labios no respondieron. Pronunció mentalmente, sin vocalizar:- ¿Quién eres?
- Ya conoces mi nombre, aquél con el que me llaman algunos. Tengo múltiples y a la vez ninguno. Para ti soy el miedo, y la impotencia… Me conoces desde siempre, me has escuchado sin verme, y siempre te he acompañado en la oscuridad…- La voz respondió a ésta y tantas preguntas como Lyda se formuló en la cabeza. Y ella se imaginó dos alternativas, o había perdido la cordura, o era un demonio que habitaba en sus sueños más remotos.- La cordura te acompaña, como este momento, que es real. Cierto es que en tu cultura me llamarían demonio, pero las connotaciones temerosas que el sólo concepto provocan no nos ayudarán en este intercambio de intenciones… En todo caso, esa es tu respuesta, soy un demonio esperando a poder nacer, sabiendo que jamás lo lograré…- La voz pareció apenada, incluso, dentro de lo horrenda que sonaba en aquel momento imposible.
- Lyda…- Aquella voz la mantuvo paralizada un rato. Estaba segura de escucharla. Estaba segura de estar despierta. Estaba segura de estar en su cama y de estar escuchando su nombre. Y lo peor de todo… Estaba segura de estar sola en su casa.- Lyda…- Otra vez. Ella dejó de respirar. No veía nada, sólo sentía el contacto con las sábanas, su corazón latir a punto de salírsele del pecho, y su cuerpo paralizado del horror.- No temes a la oscuridad, Lyda…- Aquello ya era imposible. La voz articuló esas cuatro palabras, desde una garganta que no existía, entonando con cuerdas vocales imposibles.- Me temes a mí… Siempre lo has hecho. Siempre has sabido que acecho en la oscuridad, me escondo entre tus miedos, ante tus ojos cuando no puedes ver… Y aunque has intentado huir de mí, te he alcanzado.
Lyda no podía hablar, no moverse ni hacer nada, salvo mantenerse con vida ante ese terror que la empujaba a salir huyendo de su propio cuerpo, de aquel momento, incluso a enfrentarse a la muerte por escapar de esa voz infernal. Deseó poder abrir la boca, pero sus labios no respondieron. Pronunció mentalmente, sin vocalizar:- ¿Quién eres?
- Ya conoces mi nombre, aquél con el que me llaman algunos. Tengo múltiples y a la vez ninguno. Para ti soy el miedo, y la impotencia… Me conoces desde siempre, me has escuchado sin verme, y siempre te he acompañado en la oscuridad…- La voz respondió a ésta y tantas preguntas como Lyda se formuló en la cabeza. Y ella se imaginó dos alternativas, o había perdido la cordura, o era un demonio que habitaba en sus sueños más remotos.- La cordura te acompaña, como este momento, que es real. Cierto es que en tu cultura me llamarían demonio, pero las connotaciones temerosas que el sólo concepto provocan no nos ayudarán en este intercambio de intenciones… En todo caso, esa es tu respuesta, soy un demonio esperando a poder nacer, sabiendo que jamás lo lograré…- La voz pareció apenada, incluso, dentro de lo horrenda que sonaba en aquel momento imposible.
- Continuará... -
2 comentarios:
Pobre Demonio, al final da pena y todo...
¿Lo conseguirá después de todo?...Si es así, espero que no se sacrifique la vida de Lyda para que lo logre..
Espero ansiosa :))))
1 besazo con sabor a Cheetos :PPP
"...¡Qué brincos tan alegres aquellos! Y la más alegre de ellos era la señora Darling, que daba vueltas a tal velocidad que lo único que se veía de ella era el beso, y si alguien se hubiera abalanzado sobre ella quizá lo hubiera conseguido.
Nunca se había visto una familia tan feliz, hasta la llegada de Peter Pan..."
:)
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