- Vuelve conmigo, que puedo calmar lo que te aflige...- Le dijo ella de forma cómplice.
Él se giró, y caminó hasta la cama, y se arrojó con ella, quedando bocarriba con los brazos extendidos.
- No puedo más. No puedo más.- Dijo.
Ella se acurrucó junto a él, y así estuvieron en silencio un rato. Él la abrazó con ternura, y ella le puso una pierna por encima.
- Mi amor, eres el único elfo descendiente de tres Altas Estirpes de los Elfos. Nadie más que tú merece esas islas.
- Eso es lo que más rabia me da. No sé por qué espera mi padre más... Al momento oportuno, dice. Yo no puedo más. Necesito que llegue el día en que mis naves partan rumbo a los Reinos de Eleanor. Pienso echar a bajo esa torre.
El elfo miraba fijamente al techo, completamente a oscuras, salvo por la luz de la luna, que brillaba a través del ventanuco, y ella se aferraba a él, sintiendo su ansia, y su sufrimiento. Lo amaba tanto...
- Sé que lo lograrás.
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