Hola a tod@s!
Ya es diciembre, y eso significa que ya os hora de que haga balance del NaNoWriMo, cosa que no he acabado. Como sabéis, me había propuesto el reto con mi novela El Triángulo Sagrado, que además estoy publicando en Wattpad. Durante el mes de noviembre he escrito a un ritmo bastante bueno, al menos la primera mitad del mes, alcanzando las 27.200 palabras, una cantidad muy alejada de la meta, pero que me hace sentir orgulloso. Es lo bueno del NaNoWriMmo, que compites contigo mismo, y que eso te permite valorar la historia y el éxito, y decidir qué te importa más. Durante la redacción mantuve debates con compañeros escritores sobre la relación cantidad-calidad en este reto. Es sabido por todos que los propios organizadores del NaNo te proponen que escribas, que escribas y que escribas, sin detenerte a releer, a corregir. Yo creo que eso es viable por un periodo determinado de tiempo, como es el mes de noviembre, pero si llevas la historia suficientemente preparada como para cubrir la redacción durante un mes. Hay quien, he leído por ahí, no sabía exactamente por dónde continuar su historia, y con tal de seguir escribiendo, añadían lo que les saliera. Ya corregirían después. He leído, incluso, que hubo uno que acabó cortando y pegando palabras al azar para acabar el reto... Me pregunto si realmente considera que ha alcanzado el reto, que ha escrito una novela. Y en el primer caso, los que escriben aun sin saber por donde va la historia, aunque puedan excusarse diciendo que escriben con brújula, les diré que en realidad estaban tirando el tiempo a la basura, pues terminarán desechando lo redactado.
Yo no he alcanzado las 50.000 palabras, y no lo he hecho porque he preferido escribir bien mi historia, a mi ritmo habitual, que escribir por escribir a marchas forzadas. Yo había hecho mi trabajo previo, con mis guiones, esquemas y hojas de personajes y lugares, pero me doy cuenta de que la historia no estaba para escribir todavía, o al menos, no lo estaba para escribir 50.000 palabras.
Y es que a lo largo de noviembre me he leído dos libros ambientados en la antigua Grecia, que me han servido (y mucho) para crear la ambientación e introducir numerosos elementos. Estos libros son El Tirano, de Valerio Massimo Manfredi, y La Caverna de las Ideas, de José Carlos Somoza. Os los recomiendo si queréis leer historias que se desarrollan en la antigua Grecia.
El caso, es que me he planteado la interacción entre la fantasía y la historia (la ambientación propia de la antigua Grecia). Ello me ha llevado a pensar que la fantasía en una ambientación griega debe ser acorde con la ambientación. Es decir, voy a tratar de basarme en la mitología griega para crear la fantasía de esta historia, tratando de alejarme así de la fantasía medieval original. Y aunque creo que la ambientación estaba bien (hasta que decidí revisar), había ciertos elementos de esta fantasía mitológica que debía haber introducido ya, desde un punto de vista literario, o mis lectores terminarían protestando. Por esa razón he decidido parar, revisar y añadir estos y algunos otros elementos, lo cual me ha hecho dejar de lado el NaNoWriMo, y reeditar los 3 primers capítulos, publicados en Wattpad. Por cierto, el cuarto está casi acabado, espero estos días publicarlo.
Sirvan de ejemplos de esta fantasía mitológica las Personificaciones, criaturas propias de la cultura antigua griega, seres de origen divino que representaban ciertos conceptos culturales, como el destino o la muerte. Estas personificaciones eran criaturas que a menudo se les aparecían a los hombres, a pesar de que solían acompañar los dioses o participar en acciones divinas. No son dioses propiamente dichas, aunque a menudo se les confunde con ellas, o son sus vástagos, o incluso procrean con los dioses. No quiero extenderme hablandoos de ellas ahora, pero tengo ya identificadas varias personificaciones que Mnesarco, nuestra protagonista, va a encontrarse. Valga de ejemplo este pedazo, extraído del capítulo 3:
"Absorto, involuntariamente, con la cabeza fuera de este mundo, me dirijo a la cuadra. Abro la puerta, y ésta chirria una vez más. La luz de las antorchas a penas se cuela en este agujero, así que no la veo bien, pero no cabe duda. Está boca abajo sobre un enorme charco de sangre. Camino despacio hasta ella, hasta caer de rodillas a sus pies, y la furia, la lástima y la culpa me rompen por dentro. La sensación que me invade hace brotar las primeras lágrimas. No alcanzo a tocarla, cuando siento una presencia en la cuadra. Miro por reflejo, mientras un escalofrío me recorre el cuerpo, hacia una de las esquinas del techo, al fondo. Allí mismo, encaramada como una araña, hay una mujer que me mira sedienta. Me observa detenidamente, y reconozco esos ojos, sobre los afilados colmillos, aun con el cabello negro cayendo al vacío. Entonces aparece el elfo detrás de mí.
–Tenemos que irnos. –Me mira apenado por la situación, pero ajeno a esa criatura.
–¿No la ves? –Señalo alarmado. Ella sigue ahí, mirándonos. Tal vez esperando a que nos vayamos para devorarla.
–¿Qué? ¡Tenemos que irnos! –Me agarra del hombro, y yo cedo. Me levanto sin ser consciente de mis movimientos, y de forma autómata lo sigo. Va a venir alguien en cualquier momento. Corremos a la puerta, pero no evito echar un último vistazo. Ya no veo a esa criatura, pero Dara sigue ahí tendida, sobre su sangre."
Además, quería contaros que ya he hecho el mapa de El Plemirión, y que pronto vendré aquí a enseñároslo!
–Tenemos que irnos. –Me mira apenado por la situación, pero ajeno a esa criatura.
–¿No la ves? –Señalo alarmado. Ella sigue ahí, mirándonos. Tal vez esperando a que nos vayamos para devorarla.
–¿Qué? ¡Tenemos que irnos! –Me agarra del hombro, y yo cedo. Me levanto sin ser consciente de mis movimientos, y de forma autómata lo sigo. Va a venir alguien en cualquier momento. Corremos a la puerta, pero no evito echar un último vistazo. Ya no veo a esa criatura, pero Dara sigue ahí tendida, sobre su sangre."
Además, quería contaros que ya he hecho el mapa de El Plemirión, y que pronto vendré aquí a enseñároslo!
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