Últimamente no vengo mucho por aquí, pues estoy muy líado académicamente. Pero no por ello dejo de trabajar en Mi Mundo. ¡Eso nunca!
He estado trabajando en la página, que ya está casi lista para subiros la nueva versión. Tengo ganas ya...
Y además, os dejo aquí un pedazo de lo que será algún día el quinto capítulo del Cuento de Lyda de Lis, Historia de una Estatua de Piedra.
(...)
- ¿De verdad, no sabes lo que soy?
- No.- Respondió Lyda encogiéndose de hombros.
- Mejor. Porque yo sí sé lo que eres tú. Eres una bruja. Y una bruja con alguien como yo puede hacer cosas muy malas. Podrías utilizarme para fines macabros, y yo acabaría así para siempre.
- ¿Qué?
- Eres realmente ignorante, ¿verdad? Soy un duende de epoxi.- Y bajó la cabeza, como dejando clara su posición en la conversación. Pero ante la cara perpleja de Lyda, el duende continuó, fastidiado.- Somos un pueblo muy antiguo, ¿sabes? Nacimos con el Mundo, pero desde hace tiempo nos asentamos en estas tierras. Yo llevo encerrado en la jaula mucho tiempo, y todo por lo que soy…
- ¿Y por qué estuviste en esa jaula tantísimo tiempo?
Él quedó callado, pensando como contarle sin revelar su secreto.- Hay muchos tipos de duendes de epoxi, todos tenemos un papel en cada vida. Unos son duendes soñadores, y provocan los sueños más bonitos en los que duermen; otros son creadores, e inspiran a los artistas para crear su más bellas obras; algunos son capaces en hacer surgir el amor más profundo y duradero, como los amantes; o los curanderos, que hacen sanar al más grave de los enfermos… Siempre rondamos por ahí, escondidos, tratando de llevar a cabo ese papel que tenemos en la vida. Siempre es uno y es nuestra razón de vivir.- Lyda asintió, creyendo comprender.- Cuando un duende de epoxi alcanza su meta, cumpliendo su papel, muere, y entonces renace otro duende en alguna parte. Es cuando comienza su nueva vida, con otro papel que seguir. Y por eso estaba yo ahí, en la jaula, por mi papel. Porque él quería hacer conmigo algo horrible, que no ha conseguido.- Y sonrió, aliviado. Hasta suspiró.- Y es que yo soy muy importante, ¿sabes? Mi papel en esta vida es hacer grandes cosas.- Ella iba a preguntar, pero él no le hizo caso y continuó elevando el tono para cortarla.- Y él, conmigo en sus manos, podría hacer mucho daño. Para mi bien, he escapado.- Sentenció afirmando.
- ¿Qué podría hacer?- Preguntó Lyda.
- Algo horrible.- Desvió él.- Y sería fatal para mí. Los duendes de epoxi que erran al cumplir su papel en la vida, si algo sale mal, no mueren, quedan siempre en una forma viviente de la que no puede escapar…- Y se echó a temblar de pensarlo.- Sería un muñeco toda mi vida.
- Pero… ¿Cuál es tu papel en tu vida, Sebah?
Él que ya estaba listo para echarse a llorar otra vez, quedó muy serio.- No te lo voy a decir. Podrías desatar mucho mal en el Mundo.
- Yo no haría eso.- Señaló tajante Lyda.- No te haría daño.- Él se quedó pensando. - De verdad. Intentaría ayudarte.- Y le sonrió.
- ¿Intentarías ayudarme?
- Prometo no hacerte daño.
- Bueno. Te lo diré si me prometes otra cosa.- Lyda asintió.- Tienes que ayudarme a cumplir mi papel, y a esconderme de él.
- Claro.- Dijo ella sonriente. Habían hecho un trato.
- Soy un duende invocador.- Y se creó un silencio, en el que Sebah trató de intuir si ella estaba comprendiendo el alcance de los hechos.- Hay duendes cuyo papel en la vida es tan simple como hacer reír a alguien, otros que es ayudar a un canalizar la magia de un mago, como los mágicos. Y hay invocadores, como yo, que deben invocar un demonio en este mundo. ¿Lo entiendes, Lyda? Alguien como yo en las manos de una bruja es arma poderosa, así que si vas a hacer algo conmigo, hazlo bien, o yo quedaré así, para siempre.- Ella no supo reaccionar.- Hay mucho en tus manos ahora.
- No.- Respondió Lyda encogiéndose de hombros.
- Mejor. Porque yo sí sé lo que eres tú. Eres una bruja. Y una bruja con alguien como yo puede hacer cosas muy malas. Podrías utilizarme para fines macabros, y yo acabaría así para siempre.
- ¿Qué?
- Eres realmente ignorante, ¿verdad? Soy un duende de epoxi.- Y bajó la cabeza, como dejando clara su posición en la conversación. Pero ante la cara perpleja de Lyda, el duende continuó, fastidiado.- Somos un pueblo muy antiguo, ¿sabes? Nacimos con el Mundo, pero desde hace tiempo nos asentamos en estas tierras. Yo llevo encerrado en la jaula mucho tiempo, y todo por lo que soy…
- ¿Y por qué estuviste en esa jaula tantísimo tiempo?
Él quedó callado, pensando como contarle sin revelar su secreto.- Hay muchos tipos de duendes de epoxi, todos tenemos un papel en cada vida. Unos son duendes soñadores, y provocan los sueños más bonitos en los que duermen; otros son creadores, e inspiran a los artistas para crear su más bellas obras; algunos son capaces en hacer surgir el amor más profundo y duradero, como los amantes; o los curanderos, que hacen sanar al más grave de los enfermos… Siempre rondamos por ahí, escondidos, tratando de llevar a cabo ese papel que tenemos en la vida. Siempre es uno y es nuestra razón de vivir.- Lyda asintió, creyendo comprender.- Cuando un duende de epoxi alcanza su meta, cumpliendo su papel, muere, y entonces renace otro duende en alguna parte. Es cuando comienza su nueva vida, con otro papel que seguir. Y por eso estaba yo ahí, en la jaula, por mi papel. Porque él quería hacer conmigo algo horrible, que no ha conseguido.- Y sonrió, aliviado. Hasta suspiró.- Y es que yo soy muy importante, ¿sabes? Mi papel en esta vida es hacer grandes cosas.- Ella iba a preguntar, pero él no le hizo caso y continuó elevando el tono para cortarla.- Y él, conmigo en sus manos, podría hacer mucho daño. Para mi bien, he escapado.- Sentenció afirmando.
- ¿Qué podría hacer?- Preguntó Lyda.
- Algo horrible.- Desvió él.- Y sería fatal para mí. Los duendes de epoxi que erran al cumplir su papel en la vida, si algo sale mal, no mueren, quedan siempre en una forma viviente de la que no puede escapar…- Y se echó a temblar de pensarlo.- Sería un muñeco toda mi vida.
- Pero… ¿Cuál es tu papel en tu vida, Sebah?
Él que ya estaba listo para echarse a llorar otra vez, quedó muy serio.- No te lo voy a decir. Podrías desatar mucho mal en el Mundo.
- Yo no haría eso.- Señaló tajante Lyda.- No te haría daño.- Él se quedó pensando. - De verdad. Intentaría ayudarte.- Y le sonrió.
- ¿Intentarías ayudarme?
- Prometo no hacerte daño.
- Bueno. Te lo diré si me prometes otra cosa.- Lyda asintió.- Tienes que ayudarme a cumplir mi papel, y a esconderme de él.
- Claro.- Dijo ella sonriente. Habían hecho un trato.
- Soy un duende invocador.- Y se creó un silencio, en el que Sebah trató de intuir si ella estaba comprendiendo el alcance de los hechos.- Hay duendes cuyo papel en la vida es tan simple como hacer reír a alguien, otros que es ayudar a un canalizar la magia de un mago, como los mágicos. Y hay invocadores, como yo, que deben invocar un demonio en este mundo. ¿Lo entiendes, Lyda? Alguien como yo en las manos de una bruja es arma poderosa, así que si vas a hacer algo conmigo, hazlo bien, o yo quedaré así, para siempre.- Ella no supo reaccionar.- Hay mucho en tus manos ahora.
(...)
Sebah, el Duende de Epoxi
Lyda de Lis. Historia de una Estatua de Piedra
Memorias Olvidadas
Darka Treake
Lyda de Lis. Historia de una Estatua de Piedra
Memorias Olvidadas
Darka Treake
Nota: Ver también entrada especial - Los Duendes de Epoxi (10 de enero de 2009)
2 comentarios:
Que bien escribes. Sólo tú podrías sacar un personaje así de bonito de un Duende de Epoxi...
:)))))
1 besito al bichito pobre!!
¿Cómo no iba a gustarme?
Si es una pasada... no se de donde sacas todas esas ideas!
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