29 de agosto de 2009

El Valle de las Marismas




- Arrancaremoz la bocaza a todoz ezos eztúpidoz elfos y ze la haremoz comer para que jamáz vuelvan a insultarnoz ni a reirze de ningún orco!!!

- Pero, mi Zeñor, ezos elfoz azquerozos no podrán comerze zu propia bocaza si ze la hemos arrancado, no?

- ¡Calla, eztúpido goblin, o te arranco la bocaza zólo a ti!



Tras la guerra que libraron contra los despiadados elfos oscuros, los orcos y goblins se vieron obligados a retirarse y a reunir otra fuerza para plantarles cara de nuevo... Se replegaron en un lugar al que llamaron el Valle de las Marismas, donde los elfos oscuros les dieron caza.
Ambos contingentes levantaron un campamento y pronto se dispusieron a dominar la mayor cantidad de territorio posible. Sólo así podrían conquistar la capital de su enemigo...


¡¡Sí!! ¡Ya la tenemos lista! El próximo martes es el día.
Nos lo pasamos tan bien jugando el martes pasado, que vamos a repetir.
hemos cambiado algunas reglas, y hemos hecho que el mapa cobre mayor importancia. Ahora cada ejército no irá por libre, sino que debemos movernos de forma coherente sobre el mapa, dividido en territorios, delimitados con fronteras.
Además, el terreno está dividio por un río, que dará mucho juego a la campaña.
¡Vamos a tener que zurrarnos por el dominio de los puentes, para poder cruzar el río!
Y hemos cambiado los territorios, de forma que ahora hay más, y menos fuertes. Por lo que tendremos que dividir más nuestras fuerzas, y la cosa irá mas despacio. Dudo que esta vez lo terminemos en una sola jornada freaky.

Este es el mapa que vamos a utilizar. Aunque aun no están los territorios colocados, pues debe hacerse al azar y de mutuo acuerdo. Pronto lo tendremos decidido.





¡Yo ya tengo mi horda preparada! he hecho considerables cambios (más de los que esperaba, de hecho), con respecto a la anterior campaña. A ver qué tal me va ahora...
¡¡Qué ganas!!
Estas jornadas freakys, aunque lo hacemos muy muy de vez en cuando, son geniales. Lo pasamos en grande. ¡Esta vez no será menos!

27 de agosto de 2009

El Día de la Sangre: La Guerra!!

Las hordas gritaron al unísono y estalló la batalla...

El pasado martes, mi archienemigo y gran compañero de batalla, y yo, libramos la campaña de Warhammer El Día de la Sangre, que llevábamos preparando varios meses.
Jugamos durante al menos 12 horas, parando sólo para cenar, más unas 3 o 4 horas de preparación, hizo un total de 16 horas de jornada warhammera. Quedamos a las 15.30 y nos íbamos a dormir a las 7 de la mañana!! Durante todo ese tiempo libramos un total de 4 batallas. Él llevaba Elfos Oscuros y yo Orcos y Goblins.

El Día de la Sangre ha sido una campaña basada en un mapa (que podéis ver aquí), en el que cada uno iba dirigiendo, en cada turno, sus tropas como mejor dispusiera. Ocurre que uno de los territorios, la Acrópolis (en el mapa sale como el castillo, pero lo cambiamos para evitar jugar asedios), era demasiado bueno, y los dos mandamos grandes fuerzas hacia allí en el primer turno...

La Primera Batalla por la Acrópolis


Nos plantamos en el centro del terreno, luchando él con una tercera parte de su ejército y yo con al menos la mitad del mío. Y todo pareció indicar al principio que los orcos vencerían. En el primer turno maté a su general de un virotazo!! Fue algo impensable, y sí, acierto, y cayó el general elfo oscuro. Vaya comienzo...
Pero él no se amedentró. Sin darme cuenta me envolvió los flancos, y caí en su trampa como un estúpido. En el centro, mis orcos negros se enfrentaron a sus verdugos, y a pesar de que vencí, acabaron con mi general orco negro... ¡¡Los dos generales habían caído en su primera batalla!! Cómo pintaban las cosas...
Al final, sólo se salvaron las máquinas de guerra y mis goblins nocturnos, y demasiado lejos como para reclamar el territorio, así contamos puntos de victoria y resulté perdedor con una diferencia de 200 puntos. Tristísimo! Fue una derrota humillante. Él resultó diezmado, pero había conquistado la acrópolis y el pueblo, así que podía cubrir bajas. Yo tuve que huir e iniciar una guerra de guerrillas.
Pero aquella fue una batalla en la que habrían nacido héroes, si es que llegan a sobrevivir, puesto que murió casi todo el mundo!!
El campeón de la unidad de verdugos, que dio muerte a un general orco negro; el campéon de la caballería gélida, que él solo, prácticamente, acabo con los orcos y los orcos salvajes!! Y no olvidemos a aquel goblin que disparó el virotazo que se incrustó en la cabeza del general elfo oscuro!!! Grandiosa batalla fue aquella...


La Batalla por el Trono del Poder


Tras andar escapándome, de territorio en territorio, al final nos encontramos en el Trono del Poder. El campo de batalla fue curioso, pues había un río que cruzaba el el terreno, dejando un cuadrante más apartado, donde desplegó el elfo oscuro. Ello determin la batalla.
De ahi estuvo acribillándome, y me causó muchas bajas. Sus jinetes élficos hicieron un papel grandioso, llegando hasta el corazón de mi filas, y acabando con mis máquinas de guerra.
Al final, me hice yo con el Trono del Poder, a pesar de su intento final de llegar con un regimiento. Pero fue mío.
Una victoria para mí que no me aportó grandes beneficios, sino más bajas que ganancias.


La Batalla por la Biblioteca del Saber


Nuestro siguiente encuentro fue en la Biblioteca del Saber, donde yo trataba de recuperarla y él tan sólo envío una avanzada de reconocimiento. Unos pocos jinetes élficos que no tardaron en huir amedrentados.
Logré el poder sobre la magia para mis orcos, pero no sería suficiente...


La Batalla final por la Acrópolis.


Mi planteamiento fue que tenía que atacar ya su capital, a la acrópolis o al pueblo, sus dos plazas donde se mantenía atrincherado. Y si atacaba, con lo dificil que lo tenía yo, pues me lanzaba a por el trofeo mayor. Así me lancé a por la Acrópolis.
Me mantuve en la retaguardia, atacando con la magia como pude, y logré causar algunos daños importantes: acabé con su hidra, que venía como una loca a escupirme, y con su carro, que también se aproximaba. Él acabó con mis unidades de orcos, que las diezmó hasta reducirlas a pocos componentes.
Al final, mis jinetes de lobo corrieron desde detrás de una colina y casi logran alcanzar la Acrópolis... Por escaos centímetros no logré mi objetivo.
Y al finalizar la batalla, mis Orcos hueron despavoridos, a por más muchachos para la revancha!!


Nos lo hemos pasado tan bien jugando esta campaña, que la semana que viene vamos a repetir.
Ahora, tras la experiencia, vamos a cambiar algunas reglas. Como la acrópolis, que no será tan fuerte. Ahora habrá más territorios y más igualados, para que haya que dividir el ejército más. Sino la cosa acaba muy rápido como nos paso. Me ganó en la primera batalla y caí en picado, ya no pude resurgir.
Ahora estará más igualada la cosa, pues no habrá grandes batallas hasta el final. Jugaremos con una capital cada uno a conquistar.

En cuanto tenga el mapa y las nuevas reglas actualizadas, os lo cuento.
El nombre de la próxima campaña será: El Valle de las Marismas.

24 de agosto de 2009

Operación Pandemia

Breve documental sobre la Pandemia que azota nuestras saludes y bolsillos.
Sobran las palabras.
Vean, vean...

21 de agosto de 2009

La Tragedia del Día y la Noche

El trovador reunió aquella mañana a muchos seguidores en la plaza. Era un bereber viejo, un trotamundos, famoso por sus cuentos de diferentes partes del mundo. Había recorrido y visto cosas que ni siquiera podríamos imaginar. Había estado en tierras donde la magia se permitía, y no se perseguía… Donde los ancianos sabios eran venerados, donde los dioses antiguos aun eran recordados. Lugares donde los reyes eran efímeros, y otros donde eran altos guerreros, ya conocidos como clásicos. Había visto bestias de grandes portes y fieros aspectos. Había pernoctado en los más oscuros abismos, y había regresado para hablarnos de ellos… Vestía una túnica gris y un turbante envolviéndole la cabeza. Tenía una barba oscura, sobre la piel bronceada, y hablaba con un acento que arrastraba las palabras, dando a su relato la fuerza de un antiguo cuentacuentos. Fumaba en pipa de marfil, y no tocaba ningún instrumento musical, pues según contó, jamás se había compuesto una melodía tan triste para acompañar este relato. Tituló el cuento La Tragedia del Día y la Noche. Según dijo, no era algo que él hubiera visto, sino un cuento popular de la sabana donde habitan las tribus Chagna, muy, muy al sur del Viejo Mundo, de hecho en otro continente, llamado Ülathar. Lo que si había visto, era la estatua del cuento, que aun se erguía, en recuerdo de lo que estaba a punto de narrarnos…

Aquellas estepas una vez fueron selva cubriendo una tierra que ahora se secaba bajo un sol incesante, donde ya sólo habitaban las tribus Chagna. Éstos eran pueblos nómadas que aun seguían los credos antiguos. Creían en el fuego, el viento y el agua, en el tiempo y la vejez, en el día y la noche… No vestían ropas, sólo pieles de animales fieros que aun corrían libres por aquellos parajes, con cuyos colmillos se armaban, combatían, y los daban caza. Se agujereaban la piel, para alojar huesos, piedras o argollas, y se tatuaban todo el cuerpo con símbolos religiosos. Aquellas gentes, nos contó, se reunían en diferentes tribus o clanes, que dominaban ciertos territorios en imperturbable paz. Cada tribu tenía una serie de chamanes, de sabios o sacerdotes, a quienes el pueblo seguía, pues ellos guiaban con la palabra de los dioses, a quienes llamaban en tiempos de necesidad. En eso no se diferenciaban mucho a nosotros, nos insultó. Los dioses Chagna aquí serían paganos y perseguidos, a diferencia de lo que harían ellos con los nuestros.

Nos habló entonces de sus ritos y creencias, de sus invocaciones, de sus llamadas a los dioses y de sus mitos. Y entre tantos nombres, hubo dos que adquirieron especial interés para los oídos de todos cuantos escuchábamos: Sanae y Xiam. Sanae era una de las chamanes más mayores de todas las tribus Chagna, una anciana muy venerada por su sabiduría y por sus logrados consejos. Era la chamán de la noche, la sacerdotisa de la Magia Nocturna, lo que aquí habríamos llamado una verdadera Bruja. Era seguidora de la noche, se comunicaba con los espíritus de la noche y amaba a la luna y las estrellas por igual. Dormía por el día y vivía por la noche, cuando rezaba y hablaba con los dioses de las tribus. Xiam, por el contrario, era una chaman muy joven, pero muy sabia. Era la chamán del día, la Bruja de la Magia Diurna. Adoraba al sol y le rezaba cual dios incandescente en la bóveda del día. Dormía por las noches y sólo vivía durante los días abrasadores de la sabana. Ambas eran incompatibles, pues habitaban reinos diferentes, Sanae habitaba la noche y Xiam el día. Pero una vez ocurrió algo inesperado, algo que conmocionó a las tribus, el mensaje de un dios. En aquel momento el día y la noche se unieron, fueron uno, y las tribus se reunieron para observar el fenómeno, y rezar a los dioses. Durante el día, cuando el sol se elevaba allá en lo alto, su luz cegadora fue menguando hasta desaparecer en una fina aureola, y se hizo la oscuridad. A dicho fenómeno, aquí lo llamamos eclipse de sol.

En aquel instante, durante la reunión de las tribus, Sanae y Xiam se conocieron. El eclipse duró los suficiente como para que ambas entablaran una amistad especial. Desde aquello, las sacerdotisas del día y la noche se hicieron amigas, y se reunieron cada ocaso y cada alba, en los últimos instantes en que una permanecía despierta, y cuando la otra justo acababa de despertar. Durante aquellos instantes, tantos y tantos amaneceres y crepúsculos, las dos intercambiaron conocimientos, experiencias, rituales y secretos. Fue una amistad que se alimentó con el conocimiento de una y la curiosidad de la otra, con las palabras y la brevedad del instante. Entre las dos chamanes nació una amistad que se fue tornando en romance, y de aquella unión surgió un amor entre las dos sacerdotisas que se hizo imposible.

Xiam habitaba el día, y Sanae, la noche. Cada ocaso y cada alba, en esos breves instantes en que el firmamento duda entre la noche y el día, ellas dos se abrazaban, se hablaban y se amaban. Pero aquel romance no podría durar demasiado, pues Sanae, que era la más mayor, no viviría mucho. Y Xiam, que era joven y la veía marcharse en vida, sin poder aprovechar el tiempo debido a sus diversas condiciones, decidió hacerle un regalo a Sanae.

Fue entonces cuando acudió hasta el Gran Volcán, donde por aquel entonces habitaba un demonio que deseaba ser invocado. El trovador bereber no quiso darnos su nombre, pues según dijo, aquel demonio hizo mucho daño un tiempo después de lo ocurrido en este cuento. Pero Xiam no sabía nada sobre él, salvo que era capaz de cumplir cualquier deseo. Cuando una persona está enamorada, a menudo desea cosas y toma decisiones sin mirar las consecuencias que vendrán. Y Xiam, así, hizo un trato con el demonio. Le pidió su regalo para Sanae, y el demonio se lo concedió, a cambio de su alma. Xiam, por amor, por descaro, creyendo que sus dioses protegerían su alma del demonio, y que en todo caso, sería al final de su vida cuando debiera entregarla, aceptó el trato. Pero se equivocaba.

Así, regresó Xiam con el regalo para Sanae. Y al mismo día siguiente, cuando Sanae aun dormía y ella rezaba, ocurrió un segundo eclipse que duró largos minutos. Las tribus se reunieron de nuevo, y Sanae despertó en mitad del día, pues éste se oscureció, volviéndose noche, y ambas, Xiam y Sanae pudieron encontrarse por largos minutos y amarse sin reparo.

Primero el sol se fue oscureciendo en el cielo, hasta que se convirtió en una aureola. Fue entonces cuando Sanae y Xiam se reunieron, se abrazaron y se besaron. Adoraron juntas al día y a la noche, unieron sus magias, y dieron gracias al demonio por regalarles eclipse. Pero en el momento en que la oscuridad fue clareando, y el sol asomando de nuevo en el cielo, Sanae sintió que Xiam, entre sus brazos, estaba cambiando… Su piel, tersa y joven, comenzó a endurecer. Sus piernas se hicieron pesadas y le fue imposible caminar. Sus movimientos, hasta ese momento rebosantes de agilidad y ritmo, se enlentecieron, y su rostro se fue apenando. La sonrisa que siempre lucía se fue apagando y en su mirada, a escasa distancia de Sanae, se fue volviendo gris y marchita. ¡Se estaba convirtiendo en piedra! Su cabello, anudado y enredado por los rituales, dejó de ondear al viento, para caer pesado sobre su espalda desnuda. Sus brazos dejaron de moverse, y el abrazo que se daban se convirtió en una postura fingida, un recuerdo de algo que jamás se repetiría. Cuando el sol volvió a lucir en lo alto, iluminando con su magia la Sabana de las tribus Chagna, Xiam era una estatua de piedra, pues su alma ya no le pertenecía, sino al demonio que le había engañado. Y a sus pies yacía la anciana Sanae, a quien la luz del día había cegado primero, y adormilado después.

Al caer la noche, cuando Sanae despertó, encontró a Xiam en aquel estado, y la sacerdotisa de la noche se horrorizo, quedando desconsolada y triste. Ya jamás sería la misma. Dicen que, desde aquello, durante la noche en la sabana se respira la pura tristeza, que cae del cielo nocturno envolviendo a los que no duermen. Y que durante el día, aquellos que le rezan a los dioses, o que invocan a la magia, no logran alcanzar su propósito en último término, pues falta algo que les ayude a invocar la Magia Diurna



11 de agosto de 2009

El Cuentacuentos: ¿Quieres morir?

- ¿Quieres morir?

- Yo no puedo morir, inepto, soy un Dios.

- Lo sé, mi señor, pero siendo un Dios, que puede hacer todo menos morir, ¿no deseas saber qué se siente?

- Precisamente por un ser un Dios, puedo saber lo que quiera, cuando quiera.

- Entonces, mi señor, ¿qué se siente al morir?

- Saberlo sería experimentarlo. Y no arriesgaré mi trono en los cielos y avernos, por darte el gusto.

- Mi señor, no me darás el gusto a mí. Yo soy mortal, un esbirro que te adora y ama. Algún día seré polvo, tierra, y alimento de gusanos. Yo sabré lo que es morir.

- Cierto. Pobre inútil. No eres nada.

- No, mi señor. Pero ello me da doble ventaja sobre un Dios. Algún día me alcanzará la muerte, sabré qué se siente. Y por ello, ahora comprendo su significado. Mi vida es más intensa que la de un inmortal, mi señor, puesto que mi tiempo se agota y debo aprovecharlo. Saborear cada instante.

- Cierto.

- Pero tú, mi señor, no puedes saber lo que se siente.

- Sí puedo. Puedo saberlo cuando quiera. No será un hombre, mortal y ruin como tú, que nada vale pues es efímero, el que me diga a mí lo que puedo y no puedo. Voy a morir ahora, para saber lo que siente, antes que tú. Porque yo puedo. Puedo todo. Y tú eres nada.



Silencio...
Una sonrisa.
La libertad.




Para más historias...
El Cuentacuentos

4 de agosto de 2009

Propiedades intelectuales

Estos días estoy trabajando (por fin!!) en el registro de la propiedad intelectual.
Para ello estoy utilizando la plataforma SafeCreative, dedicada específicamente a la protección de la propiedad intelectual digital.
Al registrar la obra (que puede ser casi de caulquier tipo, ya que internet ofrece múltiples posibilidades), puedes protegerla bajo diferentes licencias Creative Commons.
La premisa Creative Commons es la protección de las obras, pero dejando libre acceso a las mismas, lo que me parece muy sensato.

La licencia Creative Commons que he elegido permite la copia y la distribución de los textos, siempre y cuando se indique la autoría. Pero de ningún modo se permite el uso comercial ni la modificación de las obras.
Esta licencia viene definida con la siguiente etiqueta de Creative Commons (CC):

Creative Commons License


Por ello, en la barra lateral he dejado el siguiente texto a modo de aviso legal:

La web de La Leyenda de Golöel, su blog y todos sus contenidos, en los diferentes formatos presentados,
están inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual, por medio de la plataforma SafeCreative,
y protegidos con una licencia Creative Commons,
que permite su copia y distribución, reconociendo siempre la autoría del trabajo.

De ningún modo están permitidos el uso comercial y/o modificación de los mismos.
Para trabajos derivados, póngase en contacto con el autor.


Safe Creative #0908030032568

Creative Commons License




Es más, no sólo quiero proteger mis textos publicados en internet, sino que a lo largo de este verano iré a la Oficina Provincial del Registro Central, que depende del Ministerio de Cultura, a registrar mis cuentos terminados.
(¿Cuándo vamos Macarrón? ¡Ponte buena!)
Aprovecho para decir que estoy (por fin también!!) revisando los cuentos que tenía pendientes de revisión: Kekpie, la Dama del Amanecer; Scrópolo, el Necrófago; Los Doce Navíos Elfos; La Leyenda del Sin Fin; y El Duende, la Doncella y el Monstruo del Lago.
Una vez los haya registrado, éstos junto a los que ya tenía terminados (un todal de diez cuentos, con el de Lyda de Lis) serán publicados, bajo estas licencias, en mi web.


Creo que el espítiru de las licencias Creative Commons es la más apropiada en un mundo invadido por los canones, en que la pirateria "parece hacer tanto daño"...
Pero no. Yo me proclamo a favor de la piratería.
Si el arte fuera libre, se autorregularía. Sería la calidad la que dictara los canones, el público sería libre de elegir, y no podrían vendernos tanto OT ni otros artes artificiales.
Esto es aplicable a todas las expresiones artísticas, pero como el campo de batalla más sangriento de hoy es en la música, basta decir que cuando no había tanta discográfica que dominara el mercado, cuando sólo existía la música en vivo, eran los grandes los que triunfaban.
Hoy quieren vendernos toda clase de mierda.