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21 de septiembre de 2015

Crítica al worldbuilding: Traición (Orson Scott Card)

Hola a tod@s!
Como sabéis, no pretendo que éste sea un blog de reseñas, aunque sí quiero hablaros de mis lecturas. Concretamente, quiero contaros qué me parecen los mundos de fantasía de otros autores, y criticarlos, siempre desde la constructividad. 
Eso es, esto es una nueva entrega de Grietas del Worldbuilding!

Portada de Traición (Orson Scott Card)

Vengo a hablaros de Traición, el mundo creado por el gran autor de ciencia-ficción Orson Scott Card, más conocido por obras como El Juego de Ender, Imperio o Abyss. Ésta es una obra más bien menor del autor. Es, de hecho, una reelaboración de Un planeta llamado Traición (1988), y en él se narra la vida de los habitantes de dicho planeta, concretamente lo vivido por Lanik Mueller, su protagonista. Como bien indica su nombre, él proviene de Mueller, uno de los territorios que podéis apreciar en el mapa. Cada uno de dichos territorios está ocupado por una "familia", como él los llama, aunque en realidad se pueden entender como países independientes, con zonas geográficas de ocupación generalmente bien delimitadas.

Resulta que hace 3000 años, los habitantes de La Tierra sufrieron la traición de una serie de familias. Los rebeldes nunca lograron su propósito y fueron exiliados a este planeta: Traición. Desde su llegada, los rebeldes se organizaron por familias, ocupando los territorios que veis en el mapa. El gran problema de este planeta, es que en él no hay hierro, y por tanto, desde que llegaron, los habitantes de Traición han buscado la forma de comerciar con los Embajadores de La Tierra, para conseguir este metal, y fabricar naves espaciales que les permitan regresar a casa.

Mapa del Planeta de Traición (Orson Scott Card)
Mapa del Planeta de Traición 
(Pincha en la imagen para agrandar)

Cada familia tiene una característica especial, que han ido desarrollando en su tiempo allí, y que se basa en las habilidades primigenias que tenían los primeros pobladores. Por ejemplo, los Mueller son capaces de regenerar partes de su cuerpo, a los más extremos les llaman Regeneradores Radicales, porque en su cuerpo crecen continuamente maldeformaciones (brazos, cabezas e incluso órganos). A los radicales se les encierra en granjas, donde sus maldeformaciones son extirpadas para ser vendidas a los Embajadores, a cambio de hierro. Pocas naciones poseen dones como éste que les permitan comerciar con La Tierra. Las demás familias tienen diferentes características: unos pueden comprender y cambiar la naturaleza, otros modificar el tiempo, otros alcanzar conocimientos superiores... No os diré más, ni a quien pertenecen estas características, para no crear spoilers. 
Desde luego la idea es original, y creo que podría haberle llevado a gran puerto, pero en mi opinión no lo consigue. La historia es buena, y merece ser leída, cualquier amante de la ciencia-ficción y la fantasía lo disfrutarán, pero en mi opinión tiene críticas argumentales y al worldbuilding considerables.
La más destacable es el paso del tiempo. Imaginad nuestra sociedad hace 3000 años... Vale, los egipcios habían conseguido cosas, pero la mayoría de las grandes civilizaciones de nuestro Mundo Primario vivían en cuevas, eran nómadas o apenas habían aprendido la agricultura o la ganadería. Aún trabajaban la piedra o comenzaban a usar metales (aunque no el hierro). A penas se escribía. ¿Cuánto hemos evolucionado en 3000 años? ¡Pues en Traición no se ha evolucionado en 3000 años!
Y no sólo cabe pensar en la tecnología. Penesemos en la geopolítica, las fronteras de hace 3000 años y las actuales no se pueden comparar, carece de sentido. En Traición cada nación ha conservado su territorio, ninguna familia se ha extinguido, no se han combinado, apenas han mutado. ¿Cómo es eso posible en 3000 años? A lo largo de la novela, ocurre una gran guerra, donde una de las familias conquista a varias de las demás. ¿Por qué ocurre eso ahora, tras 3000 años en paz? No tiene sentido. Según argumentan en la historia, la nación que conquista a las demás, lo hace gracias al comercio (al hierro conseguido) y a sus propias características. Ahora son capaces de hacerlo. En 3000 años no han sido capaces de desarrollar tecnología necesaria para... ¿cualquier cosa? Es decir, la evolución de la tecnología modifica el estilo de vida de la población, es su principal uso, propiciar el bienestar. Pero aquí parece que en tres milenios no han hecho avances tecnológicos ni sociales. Tengamos en cuenta que provinenen de un planeta Tierra donde existe una tecnología capaz de encontrar un planeta habitable y de llevarles hasta allí, cosa que a día de hoy es imposible. ¿Por qué viniendo de una civilización altamente tecnológica, los habitantes de Traición viven en sociedades medievales? Ah, que no tenían hierro. ¿No tendría sentido que en 3 milenios hubieran desarrollado una tecnología basada en otros materiales, que les permitiera al menos avanzar? Parece que aquí no.
Y lo mismo ocurre con la cultura de cada nación. En primer lugar, no tiene sentido que todos hablen el mismo idioma, no solo porque provienen de lugares diferentes en la Tierra, es decir, llegaron hablando diferentes idiomas, sino porque a lo largo de 3000 años las lenguas cambian. En Traición todos hablan el mismo idioma. No tiene sentido. Y no podríamos argumentar que es posible, dado que es un planeta pequeño (o eso da la impresión tras la narración de los viajes de su protagonista), pues al parecer entre ellos, en 3000 años, a penas se han relacionado. Resulta que en un momento de la historia (atención, riesgo de spoiler), Lanik Mueller va a un segundo país donde le matarían si averiguan quién es, por lo que se hace pasar por un embajador de una tercera nación. Pero es que ni él sabe cómo comportarse de acuerdo a la cultura de esa tercera nación, ni los de la segunda detectan que es un farsante, pues tampoco saben como se comportaría alguien de aquella región (que ni es recóndita ni aislada). Es decir, en 3000 años no se han relacionado, no han comerciado, no han entablado amistad o relación alguna. ¿Por qué? ¡Si hablan el mismo idioma en un planeta pequeño, con conocimiento de la tecnología suficiente para cruzar las estrellas!

Bueno, como veis, reflexionar y conocer el Mundo Secundario donde ambientamos una historia es fundamental. Trabajar en el Worldbuilding, desde un punto de vista evolutivo, es vital. Los habitantes de un Mundo Secundario, e incluso el propio Mundo Secundario, están vivos, las sociedades cambian, evolucionan culturalmente, políticamente, tecnológicamente... 
Trataremos todos estos temas en el Taller de Creación de Mundos de la Escuela de Formación de Escritores, impartido por un servidor. Lleva meses de retraso, lo sé, pero está listo y a punto de ofertarse, así que estad atentos. Si tenéis alguna duda, o queréis que os ayude a modo de consulta o asesoramiento, no dudéis en contactarme, estoy planteándome ofrecer ese servicio más personalizado, en apoyo de los talleres, o de forma independiente.

¡Espero que os haya gustado!



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17 de julio de 2015

Crítica a Temerant: Worldbuilding y Calendarios

Como sabéis estoy trabajando (y se está alargando más de lo que me gustaría) en el Taller de Novela Fantástica: Creación de Mundos (o Worldbuilding), para la Escuela de Formación de Escritores. El temario del taller va a ser bastante completo, abordando aspectos muy interesantes al crear un mundo de fantasía: la cosmología, geografía, la historia, la mitología, el bestiario, el lenguaje, la ciencia, la magia y cómo desarrollar civilizaciones. Como estoy con eso en la cabeza (será para no pensar en la tesis, que la defiendo el próximo martes 21 de julio, glup!) se me ha ocurrido iniciar una serie de entradas, en las que pretendo hacer críticas de mundos literarios de otros autores, siempre desde el respeto, la objetividad y tratando de basarme en aspectos tanto literarios como de consistencia en la construcción de mundos. Llamaremos a esta serie Grietas en el Worldbuilding, y se encontrará dentro del apartado de Worldbuilding de este blog. 

Kvothe

Y vamos a empezar haciendo una inmersión en Temerant, el mundo de fantasía creado por Patrick Rothfuss para su saga Crónicas del Asesino de Reyes, cuyo primer volumen fue El Nombre del Viento (2007), del cual hice una reseña, el segundo fue El temor de un hombre sabio (2011) y el tercero está por venir, y se titulará Las puertas de piedra. La serie, además, incluye un spin off llamado La música del silencio (2014). Y la crítica que le vamos a hacer es en torno a su calendario y a los ritmos que se utilizan para medir el tiempo. A lo largo de la narración el autor utiliza el “ciclo” (o “span” en la versión original en inglés) como unidad de medida de tiempo, y da por hecho que es comúnmente conocido por los lectores. Continuamente el autor habla de que transcurren “ciclos”, esperando que entendamos lo que significa, por ejemplo: “En la Universidad, el último ciclo de cada bimestre estaba reservado a los exámenes de admisión” (El Nombre del Viento, capítulo 49). Teniendo en cuenta que lo compara con un bimestre, entendemos que un ciclo es un periodo inferior a 2 meses, pero… ¿Alguno ha entendido cuánto duraba el periodo de exámenes? ¿Un ciclo lunar? ¿Una semana? ¿Un día?

Pues bien, en Temerant, un año tiene ocho meses, y cada mes se divide en cuatro ciclos, donde cada ciclo dura 11 días. Eso significa que al final de cada bimestre (que duraba 88 días, y no 60 como los nuestros) se dedicaban 11 días a los exámenes de admisión. Por supuesto, cualquier alumno de la Universidad de Imre habría entendido esto, pues habitan el Mundo de Temerant, pero ¿lo entendieron los millones de lectores que leían El Nombre del Viento? Recuerda, debes facilitar a tus lectores que se orienten temporalmente en tu Mundo Secundario.

Para completar esta crítica, os dejo este extracto del apartado Arco Histórico, del manual del Taller de Worldbuilding:

Sobre los Calendarios

Toda cultura tiene un calendario para organizar sus eventos, programar cultivos, festividades y ritos, por razones sociales, administrativas y comerciales, y en general para comunicarse en términos temporales. Manejar un calendario, para un cultura, es imprescindible, por ejemplo, para transmitir su historia. Toda cultura sigue un calendario, por rudimentario que sea. Éstos se organizan en función de diferentes sistemas, principalmente están relacionados con la Cosmología: las estaciones del año responden a la posición relativa del sol, y era imprescindible conocerlas y pronosticarlas para mantener un sistema ganadero y agricultor, o incluso para planificar campañas bélicas. Muchas civilizaciones usan, o han usado, el ciclo lunar para el calendario, que es similar, pero no igual al solar. Pueden ser explicados en función de acciones divinas, de hitos históricos (como el nacimiento de Jesucristo en el calendario cristiano), o de cualquier fenómeno importante. Un calendario debe tener dos elementos básicos: un hecho suficientemente importante como para marcar un antes y un después (un comienzo o cambio de era); y ciclos que nos permitan contar el paso el tiempo.

Podemos crear un solo calendario general para todas las civilizaciones de nuestro Mundo Secundario, o crear calendarios individuales para cada civilización. En cualquiera de ambos casos, hemos de explicar sus causas, consecuencias, y en qué se basan para medir el tiempo. Si utilizamos un único calendario, lo cual puede ser más práctico (aunque menos realista), debemos tener claro por qué razón solamente se usa un calendario en todo nuestro Mundo Secundario. Por ejemplo, en Europa (y en casi todo el mundo), se utiliza el Calendario Gregoriano, adoptado en el S. XVI por el Papa Gregorio XIII. Hasta entonces se utilizaba el Calendario Juliano, adoptado por Julio César en el S. I, y antes de éste, se usaba un calendario lunar. Fueron los egipcios quienes adoptaron un calendario solar para medir el tiempo, y el emperador romano debió imponerlo a partir de ellos. El Calendario Juliano situaba su comienzo con la fundación de la ciudad de Roma (en 753 a.C.), por tanto, cuando lo adoptó Julio César, los romanos aceptaron que habitaban en el S. VII de su era. No fue hasta el año 607 (S. XIII según el Calendario Juliano), que el Papa Bonifacio IV situó el inicio del calendario en el nacimiento de Cristo (momento en que los romanos pasaron de estar en el S. XIII al S. VII).


Por otro lado, una dimensión a tener en cuenta al crear un calendario, es determinar la duración de los ciclos: cuánto dura un mes, una estación o un año. Es, de hecho, muy importante tener clara la unidad de medida de estos ciclos: meses solares, lunares, o cualquier otro ritmo que sea importante para los habitantes de tu Mundo Secundario. Si lo deseas puedes además poner nombre a los meses del año o a las unidades que hayas elegido para medir los ciclos, y por tanto el paso del tiempo, pero ten cuidado después al utilizarlos en tus narraciones, pues tú puedes tener muy claro cuánto tiempo significa un periodo determinado (en Temerant, como hemos visto, un mes dura 44 días), pero si tus lectores no comprenden el sistema que has creado, difícilmente podrán seguirlo y orientarse temporalmente en él.



Hasta la próxima!



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