18 de diciembre de 2010

Mawol durante la Edad de los Elfos

Tras las Guerras de los Dioses, en que éstos casi destruyen el Mundo, pues antes fue esférico, y ahora era plano, se decidió dejar a os mortales vivir en Mawol, una de las caras de este mundo destruido.
Así, en mawol fueron puestos los Doce Navíos Elfos, que navegaron hasta la Tierra de Aradán y otros sitios; de la misma forma, allí crecieron otras criaturas, como los Linajes de los Hombres; los enanos bajo las montañas; o los pielesverdes...
A aquello le llamaron la Edad de los Elfos, pues estos lo gobernaron por largo tiempo. La mayoría de ellos vivieron en la Tierra de Aradán, salvo los Elfos de Yandalath, que habitaron en las Tierras Oscuras de Elhada y las Tierras de Diurna; o los Elfos de Hirinen, que vivieron en las Tierras Prohibidas de Hiria.


Pero no tardaron en estallas las Guerras de la Sangre, en que los Elfos de Yandalath tratarían de conquistar la Tierra de Aradán, combatiendo a casitodos los demás... Las Guerras de la Sangre fueron el acontecimiento bélico más importante de la Edad de los Elfos, tanto, que cambiaría la geografía de Mawol.
Se cuenta que cuando Aradán, de Assëe, se enfrentó a Efgo, de Yandalath, en la última batalla de la guerra, el primero ´golpeó tan fuerte el suelo con su bastón, que la inmensa isla se partió en un archipiélago.
Así es como se formaron los Reinos Elfos de Elanor...

10 de diciembre de 2010

Los Pendientes de la Reina


Cuentan que en un palacio encantado vivía una Reina muy fea muy fea. Y por ello, la Reina estaba muy muy triste. Pero un buen día, un mercader se acercó hasta el palacio encantado y le ofreció una planta que, según decía, era mágica. Con ella, sería la mujer más hermosa de todo su Reino. Ella intrigada, le compró la planta mágica al mercader. Desde entonces, dicen, la Reina fue la mujer más bella de aquellas tierras. Al amanecer siempre estaba radiante, pero al atardecer siempre se recogía pronto, y jamás por la noche se dejaba ver. Siempre vestía con las mismas joyas, unos pendientes en forma de bellas flores rosas con largos pistilos y estambres. Al parecer, cada mañana la Reina arrancaba dos flores de su planta mágica, que usaba de pendientes para ese día, y así, su belleza brillaba mientras vivieran las flores. Por ello, siempre debía retirarse al atardecer, pues era cuando éstas marchitaban...




Este es un cuentito corto que le conté a Gemita cuando le regalé la planta por su cumple. 
Para no olvidarlo, os lo dejo aquí!!
Ha sido enviado además, como colaboración a la 
para el número 9, cuyo plazo termina hoy.
Ya os contaré si resultó elegido!



2 de diciembre de 2010

El Árbol de las Mil Estrellas

Aquél era el único lugar del mundo en que el cielo se tornaba rosa al atardecer. No se trataba del anaranjado que en la última hora de la tarde cubre el cielo, o del rojizo con que el sol desaparece en el horizonte del mar. Se trataba de un color rosado, tan claro que parecía que el cielo se acolchara, que se fundiera con la magia del bosque cuando el día terminaba. Era algo precioso. Y sólo ocurría en esa porción de bosque, justo sobre aquel árbol de hojas negras y flores blancas. El árbol de las mil estrellas, lo llamaban, o así le gustaba llamarlo a ella, la dama del árbol.

En aquel momento, ella se encontraba columpiándose, sentada sobre una liana que colgaba de su árbol, a la que había atada un gran palo, que le servía columpio. Ella llevaba un vestidito negro, y una red negra y roja le hacía de medias. Estaba descalza, y tenía unos guantes fuxia rotos por los dedos, que asomaban, bien aferrados a la liana. Se daba impulso con las alas, cuyos tonos rojos chillón se mezclaban en hermosas formas con el negro. La melena morena bailaba también con el vaivén, estaba cortada de una extraña forma, pues cada vez que se aburría, ella misma le daba forma con unas tijeras.

Justo entonces apareció Teether, que también era amigo suyo. Éste venía cabalgando en un gato grisáceo, de angora, de largo pelo reluciente, y parecían apresurados. Lo cabalgaba sobre una silla de montar, cual caballo a medida, y en la grupa del gato, llevaba atado un tiesto con una planta. Las hojas de la planta estaban comenzando a secarse, como si haberla sacado de su lugar le hubiera puesto triste, y la firmeza con que una vez brillaron sus flores blancas, ahora estaba decayendo.

- Anda, hola.- Le dijo ella riéndose, pues a menudo era la frase que utilizaba él para saludarla.

Teether sonrió.- Hola.- Y desmontó a su gato, ignorando la burla del hada. El minino, al verse libre, dio una vuelta sobre sí mismo, y se puso a lamerse la entrepierna. Entonces miró a la dama del árbol, y se quedó con esa mirando que ponen ellos antes de atacar a una presa.

- Dile a tu gato que no me mire así.

- No te preocupes, pues no te hará nada...- Y le acarició la cabeza.- Más le vale... ¿Verdad grandullón?

Y el gato desvió la mirada, volviendo a su entrepierna.

- ¿Cómo estás, Teether?- Le preguntó ella sonriendo, estaba muy feliz de que el gnomo hubiera ido a verla. Siempre que aparecía le contaba un cuento, y a ella le encantaba.

- Apresurado.- Contestó.- Estoy muy apresurado.

- ¿Por qué?

- Se ha perdido una amiga mía...

- ¿Quién?- Preguntó ella, deteniendo el columpio al instante con las alas.

- U, una sirada... ¿La has visto por aquí?

- No...- Se encogió de hombro el hada desde su liana.

Teether observó aquel árbol enorme. Su tronco se elevaba mucho, y sus ramas estaban plagas de tremendas hojas negras y de flores blancas. Entonces el gnomo observó el cielo, de aquel color rosado, y el pareció maravilloso, le asombraba cada vez que lo veía. Después le habló a la dama del Árbol de las Mil Estrellas, mirando a su alrededor.- Veo que te has portado bien.

Ella asintió muy contenta.- Claro.

- Eso está bien. Oye, si ves a U, ¿le dirás que la ando buscando, y que regrese a su charca...?

- ¿A cambio de qué?- El hada sonrió pícara.

- mmmm... Te puedo contar una adivinanza.- Ella asintió, deseándolo.- ¿Qué es aquello que no se puede ver, y que sólo pueden tocar aquellos que creen que existe?

El hada volvió a sonreír, y se quedó pensativa. Miró al gnomo, y le habló, poniéndose de pronto muy seria.- Esa es difícil...

- ¡Te dejo pensándolo!- Y lanzó un silbido que hizo que gato diera un salto. Él lo montó, y después se despidió.

- Hasta pronto, ¡espero que la próxima vez que nos veamos me digas la respuesta!
Ella ni le contestó, pues se quedó pensativa. Y cuando él había desaparecido entre los árboles, cabalgando su gato con aquella planta marchita a cuestas, batió sus alas para volver a columpiarse...



Extraído de La Sirada.

26 de noviembre de 2010

El Viejo Mundo

Hola!!

Vengo a hablaros de un nuevo proyecto en el que me he embarcado. me he propuesto realizar un atlas histórico de Mi Mundo. En él mostraré la evlución geográfica y antropológica de Mi Mundo, desde que llegaran los Siete Grandes Lüe hasta que éstos casi los destruyeran. Desde el comienzo de la Edad de los Elfos, y a lo largo de ésta, mostrando los movimientos de los ejércitos elfos durante las Guerras de la Sangre. Desde el Gran cataclismo, hasta la expansión de los hombres por toda la superficie plana del Mundo...

Como prueba de ello, de que por fin me he puesto, pues es un proyecto que ambiciono desde hace mucho, os vengo a mostrar este plano que he hecho. No es el único que he hecho estos días, pero sí el que mejor acabado.
Pronto os iré mostrando más cosas.



EL VIEJO MUNDO






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20 de noviembre de 2010

Mis Cuentos Terminados


Ésta es la historia de Mëryl, el Dorado, un poderoso dragón que cayó rendido de amor por Tai, una sirena que le tenía un miedo incontenible. Ella, asustada, nadó hasta una costa muy lejana, donde se elevaba un castillo habitado por un malvado brujo. Lo que a todos ellos les sucedió, ya sólo forma parte de sus páginas. El viaje que hizo la sirena fue tan trascendental en la historia de todo un Mundo, que su cuento fue relatado por largo tiempo...



Alba fue una bonita niña encontrada en alta mar por los elfos, que la cuidaron y alejaron de las tierras de los hombres. Así, creció en una isla virgen, llamada Niaghara, en el Mar de las Sirenas, que baña la costa norte del Continente Prohibido de Hiria. Ella vivió feliz en su selva, con los elfos, pero una vez tuvo un sueño que lo cambio todo...



¿Cómo es posible que una melodía pueda contener tanto odio? La Canción de Clauda fue donde se guardó el odio más irracional, y sus notas estaban destinadas a concebir a uno de los más poderoso Demonios Resentidos. Dos fueron las elegidas, una mujer y una elfa, a conseguir la partitura, robada de las incontables estanterías de la alta Torre del Recuerdo. Sólo él sabía la que se avecinaba...



Si existe el destino, es algo que no desvelaremos en este cuento, aunque en él se narre la historia de un hombre que trató de burlarlo. Además, en sus páginas se relata la vida de Agenon, un héroe de la Edad Antigua. Este cuento habla de diferentes acontecimientos que sucedieron a lo largo de la historia de todo un Mundo, presentados a modo de pedazos, que en realidad guardan todos relación.



Una noche de celebración y gloria, de embriaguez y festejo, lo cambió todo. Los ejércitos de elfos, enanos y hombres, juntos, habían derrotado a Golöel, el último de los Siete Demonios Resentidos. Y aquella misma noche, nació su leyenda. Kelpie, a la que llamarían la Dama del Amanecer, fue una mujer que cambió la historia, al acostarse con el Héroe Belean, de Himn, quien había logrado derrotar al poderoso demonio... En este cuento se narra lo sucedido a lo largo de cinco noches, todas ellas lo cambiarían todo. Lo arruinarían todo.



Scrópolo llegaría a ser un gran sacerdote de Ssuhl, el Dios Muerto, pero antes de obtener tanta recompensa, no era más que un despojo, que malvivía alimentándose de sus víctimas. Éste es un capítulo de su vida, en su largo recorrer hacia la no vida que prometía el Dios Muerto...



Los pequeños gestos a veces pueden cambiar las cosas. Éste es un cuento de piratas en que se narra la historia de un navío de leyenda, a la que entrarían a formar parte algunos de los que, ávidos por sus tesoros, estuvieran tan locos como para ir a encontrarlo...



Todos los héroes de leyenda tienen su ocaso, y en esos días en que ven sus fuerzas menguar, añoran las viejas glorias, y desean regresar. El nombre de Halkirk, Castigo de los Monstruos, fue muy sonados en las canciones de los juglares y trovadores por mucho tiempo. Éste sólo fue uno de los cuentos que contaron de él, la leyenda de todo un lago...



Los Doce Navíos Elfos fueron puestos en los Mares del Mundo al comienzo de la Edad de los Elfos, tras la Batalla del Juicio. Los doce llegaron a una gran isla, a la que llamaron La Tierra de Aradán. Ésta es su historia, la de las Doce Altas Estirpes de los Elfos, que pronto dominarían bastas regiones del Mundo. Aquí se relata lo sucedido a las doce familias elfas, durante la Edad de los Elfos y la de los Hombres. Se habla de sus guerras, de sus Reyes, y de sus pasiones. Es, además de un gran cuento, un compendio con todo lo que sé de los elfos en Mi Mundo, al menos hasta la fecha...



Si existe una historia que pueda ser un cuento de hadas, un cuento de piratas, un cuento de amor y de lucha por la libertad, de crecimiento personal y de cambio, una historia de odio familiar en que haya cabida para la política y el idealismo, en el que aparezcan tanto hadas, como gnomos o árboles parlantes, monstruos, reyes y brujas, príncipes desterrados, lugares de sueño y objetos mágicos, venerados como reliquias de épocas remotas, ese cuento es La Sirada...

11 de noviembre de 2010

El Décimo Primer Día de Noviembre

La bruja se quito el gorro puntiagudo y se lo puso entre las piernas. Llevaba el pelo, gris y viejo, recogido en un moño, hasta ahora oculto, y fumaba de una pipa. Las hierbas del aquel herbolario sarraceno eran las mejores de toda la Ciudad del Reo. Su piel estaba arrugada por la edad, pero se negaba a marchitarse o a morir, ni ella misma conocía ya su edad. Aquella esa noche, aun así, ella celebraba su cumpleaños. Era el décimo primer día del mes de noviembre, y como cada décimo primer día de mes, las brujas celebraban un aquelarre, aunque de los doce meses de cada año, el de noviembre era el más festejado. Las brujas creían en el poder del número uno. De él obtenían todo su poder. Por ello, aquella fecha era tan importante. Rondaba el año mi trescientos diez, y aquél aquelarre era especial, pues cinco unos se habían reunido. Pero no sólo por eso estaban las brujas excitadas aquella noche. Los próximos diez años serían muy buenos, pues en ellos siempre habría un uno presente, y de ellos, el año siguiente sería realmente bueno. Dos meses después entrarían en mil tres cientos once, y cuando alcanzaran el décimo primer día de noviembre, su poder sería máximo. Aquella noche, tan sólo un año después de ese momento, sería grandiosa. Ella, que era la Hermana Negra Mayor, y que las guiaba a todas en aquella cárcel en forma de ciudad, sonrió ante la perspectiva. Sólo quedaba un año...






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1 de noviembre de 2010

Sinopsis de La Sirada

Si existe una historia que pueda ser un cuento de hadas, un cuento de piratas, un cuento de amor y de lucha por la libertad, de crecimiento personal y de cambio, una historia de odio familiar en que haya cabida para la política y el idealismo, en el que aparezcan tanto hadas, como gnomos o árboles parlantes, monstruos, reyes y brujas, príncipes desterrados, lugares de sueño y objetos mágicos, venerados como reliquias de épocas remotas, ese cuento es...






Ya estoy acabando este cuentito, y está quedando precioso.
Creo que voy a probar a enviarlo a editoriales, para ver si hay suerte. La Idea no me termina de convencer del todo, pero el gusanillo es más fuerte. Me encantaría ver un título mío en las estanterías de las librerías... en fin, habrá que intentarlo.
Me queda nada! pronto os cuento.

saludos!
Darka.

17 de octubre de 2010

El Periodo de la Sombra

Se encontraban en lo alto de una loma, y en el fondo del valle formado por dos montañas que bajaban desde bien alto, se hallaba la ciudadela, sobre un manto de verdes helechos. Decidieron hacer noche allí, y acercarse con la luz del día. No hicieron fuego, pues tampoco tenían nada que llevarse a la boca, y preferían no ser vistos. Y como pudieron, se acurrucaron para darse calor. Allá abajo estaba el Palacio de Ëndolin, y era precioso.

- Teníais que haberlo visto con la Luna de fondo, en noches como ésta, tanto tiempo atrás que ninguno de los que conocía de aquella época vive aun...- Dijo Orfo, el semiorco.

- ¿La Lula?- Preguntó U de repente.

- No, la Luna. Era una hermosa roca que flotaba en el cielo, era enorme, redonda y preciosa. Brillaba a intervalos, sonriendo cuando comenzaba a encenderse o se apagaba. Pero la robaron del cielo.

- ¿mmm?- Volvió a preguntar U.

- Una noche, simplemente no salió. Y así llevamos ya, casi cerca de un Siglo.- Quedó callado un momento.- El Valle de Ëndolin era precioso aquellas noches, en que su luz azulada bañaba de plata los torreones y ese mar de helechos que lo rodea... Sin ella, deberás esperar hasta mañana, pequeña sirada, para observar la belleza del Palacio, pues su luz de plata no lo bañará esta noche.


(...)


- La Corona Radiante no brilla porque no hay Luna.- Teether contestó sin más. Lo creía a pies juntillas, pues lo había leído en las hojas de su árbol, y ellas jamás mentían.

- Eso es una leyenda.- Dijo tajante el hombre.- Jamás existió tal cosa.

- Por supuesto que existió. Yo misma la vi lucir en el cielo nocturno, cruzar las noches, creciendo y muriendo entre las estrellas... Yo era una niña cuando desapareció del cielo. Simplemente, una noche no salió por el horizonte.

- Cuentos de viejas...- Escupió la voz del hombre.

- Ella tiene razón.- Dijo Teether.- La Luna existió, la creó el Dios del Recuerdo durante las Guerras de los Dioses, antes de que nacieran los primeros mortales... Incontables vueltas debió dar alrededor del Mundo, y muchos fueron los que se enamoraron de su belleza... De ella decían que detrás habitaba Moulth, Diosa de la Noche y de los Sueños, castigada a habitar siempre su otra cara. Pero al final fue un poderoso demonio el que se la llevó del cielo, Golöel lo llaman, pues muchos afirman que aun sigue en este Mundo, y la oculta en alguna parte.



Extraído del cuento de La Sirada

5 de octubre de 2010

La Bruja del Mar


La bruja anduvo arrastrando los pies en el camarote de su nave. Sus ropajes harapientos caían hasta los tablones de madera del suelo, y la seguían varios metros ahí donde iba. Aquel camarote era inmenso. Ella vivía a bordo de esa nave, escondida en la escarpada costa norte de la Tierra de Vikinga. Sus siervos la llevaban donde ella deseaba, y ahora debía atender las peticiones de su Rey, Goromer de Grrim. Lo detestaba. Sus cabellos le caían, blancos como la nieve más pura, por la espalda, y se le alborotaban en la cara. Su tez estaba chupada por la edad, un número que ya ni recordaba. Incontables arrugas dibujaban una forma grotesca, con aquella aguileña nariz y orejas puntiagudas. La barbilla también estaba afilada, como si toda ella fuera una arisca forma de vida. Los ojos eran blancos completamente, sin iris ni pupila. Sólo ella sabía porque sus ojos se habían marchitado, y aun a duras penas le dejaban ver de alguna forma espectral. Un colchón raído en el suelo le servía de lecho, e incontables cirios blancos alumbraban la escena. Estaban repartidos por todo el camarote, sobre la mesa, alrededor de la cama, por el suelo, junto a la vidriera que debía ocultar al mar, apaciguado aun en el exterior... En el centro había una mesa llena de folios escritos, e infinidad de tinteros. Además, había un cofre cerrado, y una planta preciosa en un tiesto de madera. Todas las paredes del camarote estaban plagadas de libros, eran una hilera de estanterías con cientos, sino miles, de libros y libros. En el centro de cada una de las estanterías, opuestas en el camarote, había una vitrina. Una contenía un grandioso mapa del mundo conocido, con todas sus costas bien delimitadas, y en la otra había un inmenso rollo de pergamino, frente al cual se había detenido la bruja. Abrió el cristal con una llave que llevaba al cuello y extrajo el tremendo pergamino, con ambas manos y gran esfuerzo, para llevarlo a la mesa. Lo colocó para poder abrirlo, entre el cofre y la planta. Consistía en dos grandes rollos, con bonitas empuñaduras de madera tallada. Tomó cada una de ellas con sus manos arrugadas, casi esqueléticas, y lo abrió para leer en qué parte de su pergamino de hechizos se encontraba. Aquél rollo de papel era inmenso. En él venían escritas las Cartas de Aënor, un compendio de magia que incluía todos los sortilegios de ese Saber de la Magia. La bruja lo había leído por completo, varias veces en su vida, y su conocimiento era tal, que había logrado llevar a cabo muchos de los hechizos que en él había escritos. Por donde el pergamino se abrió había una infinidad de hileras de palabras que iban de un extremo al otro del pergamino. Todo él estaba escrito a lo largo, y cada línea de letras, al llegar al extremo opuesto, volvía a comenzar escrita debajo de ésta.

La bruja acarició las palabras diminutas con la yema de su dedo, y sin querer arañó el papel con su afilada uña. Estaba negra, y retorcida, como las otras nueve. Entonces se maldijo a sí misma en voz baja, y corrió los rollos de pergamino a la vez para leer más adelante. Los sortilegios se sucedían unos tras otros. De cada uno se contaba su historia, cómo se había descubierto, y cómo llevarlo a cabo. Estuvo largo rato buscando, y leyendo a trozos, y cuando comenzaba sentir el balanceo de la nave, dio con el hechizo que buscaba. Se llamaba Leer la Verdad.


(...)
Extraído de La Bruja del Mar, capítulo décimo noveno del cuento de La Sirada.

26 de septiembre de 2010

El Monstruo Acarulga

U era tan bonita... Era muy pequeña, diminuta, pero no le importaba. Vivía entre las ramas de su árbol consciente, bailando sin igual. Jugaba con las libélulas, brincaba de hoja en hoja de los nenúfares, asustando a las ranas. Entre las hojas danzaba, trepando por tronco y brazos, saltando con destreza, pero ansiaba poder alzar en vuelo, planear hasta el pasto y a ras del agua, saborear cada segundo en el aire... Pero no tenía alas, y no había otra cosa que anhelara más en el mundo. Su mayor deseo eran unas alas en su espalda preciosa y morena, con las que revolotear por la pradera, entre el bosque, ir y venir gritando, verse capaz. Pero no lo era. Por ello, era una sirada triste, esperando que le crecieran.

Envidiaba a las mariposas, a quienes miraba en su viajar, codiciosa por sus alas. Recelosa, trataba de cazarlas, para quitárselas e intentar pegárselas a la espalda, pero al ver que no podía, lloraba desde lo alto de su árbol viejo. Entre hojas, en los recovecos de su tronco, en las alturas, vivía triste aquella sirada preciosa. Sólo aguardaba a que crecieran en su espalda...

Alguna vez había pensado en adentrarse a aquel bosque retorcido, pues curiosidad no le faltaba, pero le daba muchísimo miedo. Su charca, y su árbol consciente, eran un lugar maravilloso, del que no deseaba alejarse, pero aquella curiosidad siempre estuvo ahí. Aquel manantial terminaba donde los árboles retorcidos crecían entre gigantes helechos, con sus copas prohibiendo la entrada al sol, y los musgos creciendo de sus ramas. Era aterrador. Su árbol consciente, y un gnomo amigo suyo, le habían hablado mucho del exterior. Y de entre todas aquellas historias de miedo, la del monstruo Acarulga era la que más le aterraba. Era una bestia tan horrible, que hasta le quitaba el sueño por las noches... La verdad es que U era un poco miedica. Aunque le encantaban los cuentos, después a menudo tenía pesadillas, en que los recordaba vívidamente. Jamás se había atrevido a saciar aquella curiosidad, y hasta ahora desconocía lo que pudiera haber más allá de su charca...



Extraído de La Sirada.

16 de septiembre de 2010

14 de septiembre de 2010

Líneas del Tiempo

LÍNEAS DEL TIEMPO

EDAD DE LOS ELFOS


EDAD DE LOS HOMBRES


Desde hacía mucho tiempo que quería trazar esta línea del tiempo, que alberga lo ocurrido durante la Edad de los Hombres. La Primera fue la Edad de los Dioses, que le siguió la Edad de los Elfos (también os dejo aquí la Línea del Tiempo que hice de la Edad de los Elfos en esta entrada), y después vino la Edad de los Hombres.
Sería imposible trazar una línea del tiempo con los hechos acontecidos durante la Edad de los Dioses, pero no de las otars dos, por ello, os las dejo aquí, para que podáis consultarlas y compararlas.
Estas líneas del tiempo narran los principales acontecimientos transcurridos en Mi Mundo. Ojalá fuera posible trazar una línea del tiempo con todos y cada uno de los hechos que fueron relatados en algún cuento...

Las Líneas del Tiempo se pueden trazar en base a los diferentes calendarios que las diferentes culturas siguieron. Los elfos y los hombres del Viejo Mundo más occidental siguieron estas calendarios, que os presento, pero hay muchos que aun me quedan por definir. Tengo muchas notas sobre el calendario enano, a ver si me pongo con una línea del tiempo que comprenda el tiempo como ellos lo entendían...

Espero que os guste!!

9 de septiembre de 2010

Dunluce, la Atalaya del Cuerno Marino

La nave zozobró con el oleaje a estribor, y después a babor, y U, asustada, se agarró fuertemente a los barrotes de su jaulita para pájaros. Aquellos mares eran muy arduos para la navegación, y la travesía se había ido complicando a medida que se acercaban a las Islas Flotantes. Estas tierras no se hallaban lejos de la Península de Vikinga, y el Príncipe Assul esperaba encontrar allí refugio y ayuda contra su padre. El viaje fue largo, y ella, que odiaba navegar, estaba harta de sentirse llena de sal sobre su suave piel, sin poder salir de esa jaulita que Assul siempre llevaba consigo, desde su camarote hasta el puente y a lo largo de toda la embarcación. Una vez, incluso la había subido al mayor para mirar desde la cofa, pero ella sólo vio mar a su alrededor, y la tormenta perpetua de los Mares de Eldor, el Torturado, que fueron dejando, primero a babor, y después a popa… Días después de haber perdido de vista a aquel tremendo monstruo de truenos y nubes, avistaron tierra, llegaban a las Islas Flotantes. Aquella costa era muy escarpada, tremendos acantilados se elevaban desde el mar, donde las olas rompían como si trataran de derrumbar unos muros infranqueables. U pensó que, aunque ella no lo viera, a lo largo de los milenios, las diminutas olas iban venciendo a la roca, y que la iban cambiando. Eso le dio esperanza en este mundo en que todo parecía perpetuo, y que iba descubriendo poco a poco. De entre todos los lugares que conoció mas allá de su charca, y de su árbol consciente, aquellas tierras fueron las que más la maravillaron, aunque eso lo sabría mas tarde. Los acantilados de la costa se fueron haciendo cada vez más altos, a medida que se acercaban, y el día fue transcurriendo bajo unos nubarrones grises que no iban a desaparecer en toda su estancia en la isla. Aquella luz gris, filtrada por las nubes, bañaba todo con una magia especial, y cuando la sirada respiró el olor de aquella tierra, sintió que aquel lugar era diferente. Habían llegado a Dunluce, la Atalaya del Cuerno Marino.

La nave surcó las olas que reventaban contra los acantilados, dejando Dunluce a un lado, para dirigirse a Puerto Cliath, que consistía en unos muelles en una playa cercana al castillo. El Príncipe Assul, la sirada y gran parte de la tripulación no pudieron evitar apostarse en el puente, a observar la belleza de la ciudad desde el mar. La fortaleza se elevaba al borde del acantilado, con sus altas murallas defendiendo de ataques marítimos. Era un gran castillo, que mostraba los torreones de una hermosa iglesia y de un gran palacio en su interior, pero lo más impresionante era que frente al acantilado se elevaba un escarpado promontorio separado de la tierra principal, donde habían levantado una atalaya fortificada. Esta sección de la fortaleza se unía a tierra a través de un imponente puente, bajo el cual, afiladas rocas sobresalían del mar. Aquél era un puesto perfecto para defenderse de ataques por mar y por tierra. Era el mejor lugar para edificar la torre donde debía vivir Caira, Señora de la Atalaya. A U le impresionó sobremanera que a ambos lados de la muralla que se levantaba al borde del acantilado, caían dos preciosas cascadas directamente al mar, que debían provenir del propio foso que rodeaba la fortaleza. Era un lugar mágico, impresionante, una atalaya inexpugnable, y Assul, sin dejar de mirarla, habló a la sirada, sabiendo lo intrigada que ella se sentía por el lugar.

(...)

Cuenta la leyenda que una vez un monstruo marino llego hasta aquí para acabar con la vieja ciudad, que por aquel entonces se llamaba Cliath, la Fortaleza de las Cascadas. El monstruo arremetió con todas sus fuerzas contra el acantilado, y Cliath se estremeció. Sus habitantes temieron ser devorados por la criatura marina, pero se defendieron tras sus altas murallas, y al final le dieron muerte, no sin sufrir su ferocidad, pues se levó muchas vidas en el ataque, o eso cuentan. Aquel monstruo, venido de las profundidades del océano, quedo aquí varado para siempre, y su cuerno quedó sobresaliendo del mar, junto a la costa. Y ahí es donde los habitantes de Cliath levantaron una atalaya fortificada, que unieron a la tierra por un puente de piedra. Desde entonces llamaron a la ciudad Dunluce, la Atalaya del Cuerno Marino.


Textos extraídos del capítulo XVIII de La Sirada
Dunluce, la Ataaya del Cuerno Marino
Darka Treake





Recién llegado de tierras celtas, donde he hallado gran inspiración, vengo a presentar tres textos del cuento de La Sirada, que ya he escrito. Cuando me marché, hace más de un mes, estaba un poco perdido, y no me salía nada, pero aquel lugar ha sido revelador...

Allí he pensado mucho en Dunluce, la Atalaya del Cuerno Marino, y en la parte del cuento que se desarrolla en este lugar, y por este momento del cuento. Esta parte estaba bastante negra antes, no sabía bien qué pasaba, sólo que Assul iba hasta allí con U, y que debían escapar, pues llegaba Goromer, para enfrentarse después en la Morada del Viento. Ahora ya sé muchas más cosas, conozco nuevos personajes que aparecen en el cuento, y puedo hablaros de ellos. He vuelto con las pilas cargadas.

Algunos de estos personajes nuevos son Caira, la Señora del Atolón, y la Bruja del Mar. Hoy vengo a presentaros los capítulo 18 y 20, además del Epílogo II del cuento.

6 de septiembre de 2010

El Arbol de las Mil Ideas

En un bosque recóndito, encantado dicen algunos, existía un árbol diferente a todos los demás. Se hallaba en la falda de una montaña, bajo la sombra de los atardeceres de las Altas Ered Ilais. Allí, oculto por el bosque, se erguía el poderoso árbol, viejo como el mundo. Sus hojas nacían blancas, y jamás se le caían, era tan bello... De sus ramas aun colgaban hojas desde épocas inmemorables, y en todas ellas, venían escritos cuentos e historias ocurridas a lo largo y ancho del Mundo, en el recorrer de las eras... Su tronco y ramas crecían fuertes, en un tono marrón que entonaba con el infinito blanco de las hojas. Los hechos ocurridos, aquellos dignos de ser contados, y recordados, habían nacido escritos en ellas. Nadie sabía qué era aquél árbol, ni cuál era el propósito de tal tesoro de palabras y palabras encadenadas. Suele existir distancia entre lo que se dijo a la realidad, pero algunos aventuraron que nació de una semilla puesta por uno de los Siete Grandes Lüe, los siete grandes dioses que lo crearon todo. Unos pocos susurraron que no era un árbol en realidad, sino un Semidios, hijo del Dios del Recuerdo en el Mundo. Que lo fuera o no, poco importa ya, pero todo lo que contó, quedó ahí recordado... Y de entre sus hojas, de entre sus infinitas hojas de sabiduría e historia, nació una en que se narró el cuento de U, la sirada, del Principe Assul, y de la Corona Radiante. Una hoja en la que se contaba un cuento en el que aparecía él mismo, el Árbol de las Mil Ideas.



He vuelto.




PS: Para Gemita, que fue idea suya!

13 de agosto de 2010

Girasoles...

(. . .)

Y por fin se hizo la luz… El Príncipe Assul corrió la roca, que cayó sobre la tierra seca, y una bocanada de brillo y aire entró en la gruta. ¿Cuánto tiempo podía llevar ahí encerrado? No tenía ni idea. Le acompañaban aquel semiorco y la pequeña U, que ahora estaba sentada en su hombro. Habían caminado cruzando la prisión subterránea, escapando de aquel infierno, hasta dar con aquella salida. Era medio día, y el sol estaba en lo alto, sin una sola nube, deslumbrando sus ojos acostumbrados a la completa oscuridad…

Los tres salieron y quedaron tendidos en la tierra de cultivo, seca y arenosa. El orco comenzó a olfatearla, y él a tomarla entre sus manos. Por fin eran libres de aquel lugar horrible que en ocasiones les había hecho perder la esperanza.

Cuando sus retinas se fueron acostumbrando a la claridad, y el brillo del día dejó de deslumbrarles, se vieron en un extenso campo de girasoles. La gruta comenzaba ahí, tal vez era una entrada vieja, olvidada ya y sin protección. Los girasoles crecían todos hacia lo alto, mirando descarados al sol, con sus tallos verdes y sus pétalos amarillos relucientes. Era un lugar precioso, y U se maravilló, pues no habría podido concebir un campo de flores como aquellas. Entonces, la Sirada se dio cuenta de que ésta era la primera vez que veía el mundo exterior, más allá de su charca y de su árbol consciente. Y le pareció mucho más bonito de lo que le habían hecho saber… Más allá del campo de girasoles comenzaba el bosque, donde debía ocultarse su charca en algún lugar soñado, y tras el manto de abetos y nogales oscuros, nacían las Altas Ered-Ilais. Aquellas montañas mostraban sus cimas nevadas, incluso para aquella época del año. Estaban cubiertas de ese manto verde oscuro, que se elevaba hasta perderse de la vista. Y en algún lugar de aquel bosque, aguardaba el Palacio Encantado de Ëndolin. Y ellos tres iban a encontrarlo.

(. . .)



Este fragmento está extraido del Capítulo 8 de La Sirada.
Estos días estoy poco productivo, 
pero no quería dejar pasar esta visión que he tenido, 
de ese campo de girasoles sobre la prisión subterránea. 
Me pareció una bonita imagen para el momento 
en que por fin salen de ese lugar horrible y oscuro...

Lo que está claro, es que todo llega...

8 de agosto de 2010

el por qué de la ausencia

Hola a todos.

Como veis, últimamente tengo esto abandonado. Sólo vengo a pediros disculpas, y tiempo. Estos días tengo en la cabeza algunas cosas que no me permiten centrarme, sumado a la falta de un espacio desde el que acceder a este lugar (y a Mi Mundo en general), está haciendo que tenga esto así de vacío.

No vengo a ponerle solución. Sólo a pediros tiempo, y a informaros de que no he muerto. Al menos no del todo: pretendo presentarme a la convocatoria 8ª de Ícaro Incombustible, gracias a que ampliaron el plazo hasta el 25 de agosto (este no debe ser un verano demasiado productivo, gracias icariotas!), y además, intento trabajar en otros proyectos personales.

Mallorquines, estoy en la isla! Y deseando veros.
Estos días os llamo.

1saludo al que haya caido por aquí.

Hasta pronto
Darka.

14 de julio de 2010

Monográfico: Orfo, el Semiorco y Grorro, el Gigante, Rey de Vikinga

Hola!
Hoy vengo a hablaros de dos personajes secundarios del cuento de La Sirada, en el cual me encuentro enfrascado trabajando. Y me encanta!

Estos dos personajes me fascinan, y bueno, quería compartirlos con vosotros, adelantarlos, pues aun no han aparecido en el cuento. Aunque de ellos ya sé, exactamente cómo intervienen. El cuento ya está casi completo en mi cabeza y mis notas.

Ellos dos son: Orfo, el Semiorco, y Grorro, el Gigante, Rey de Vikinga.


ORFO, EL SEMIORCO

Sort, Señor del Cráneo Hueco, una tribu de pielesverdes que logró dominar el territorio que albergaba toda la cordillera de las Altas Ered-Ilais, se hizo a la mar una vez, en busca de los tesoros elfos, dijo. Sabía que los Reinos de Eleanor, donde vivían los elfos, un paraiso en aquel mundo en destrucción, se encontraba tras los Mares de Eldor, el Torturado.
Hasta allí navegaron, y sin encontrar el final de aquella tormenta perpetua en los Océanos del Mundo, Sort encontró la forma de sortearla. A los navíos orcos, ataron grandes globos, tejidos con el velamen y las ropas de aquellos a quienes habían derrotado, y lograron elevar sus naves. Así cruzaron la tormenta que envuelve los Reinos Elfos de Eleanor, y llegaron a una de sus islas, Sa Dragonera.
En aquella tierra de sueño, de escarpadas montañas que nacen en el mar, y se elevan sobre toda la geografia elfa, viven los elfos de Quivarén, los Señores de los Dragones.
Cuando Sort, Señor del Cráneo Hueco llegó hasta allí, libraron una gran guerra, a la que llamaron la Guerra de los Cráneos, en la que fue derrotado. La nave de Sort fue la única que logró elevarse y escapar, durante la ultima batalla de aquella guerra. El caudillo orco huyó, pero se llevó consigo un buen número de prisioneros elfos, que trató como esclavos. A ellos los puso a trabajar, o los vendió, pero a ellas se las quedó. Sort las trató muy mal, las despreció y las insultó de la peor manera que pudo. Violó a muchas de ellas, pero una vez, sin que nadie lograse jamás comprender por qué, una quedó encinta.
La elfa fue fuerte, y aguantó, pero en el parto casi fallece. Cuando despertó, vio que su hijo no era un orco, ni un elfo, era la mezcla de ambos. Pero ella en él no vio el horror, sino que se le despertó un sentimiento de cariño. Por nombre le pusieron Orfo.
Orfo creció en la tribu, hasta que su madre elfa murió. Todos allí le repudiaban, por ser diferente, pues no era un orco, y todos lo notaban.
Así que decidió huir.
Por su condición elfa, Orfo era mucho más longevo que cualquier otro orco, y el tiempo fue pasando, mientras el permaneció escondido entre las Madrigueras.
En su malvivir, fue a parar prisionero a la cárcel subterránea, donde también estaba el Príncipe Assul, de Grrim.
Cuando éste escapó, ayudado por U, la Sirada, liberó a Orfo, y juntos se dirigieron al Palacio Encantado de Ëndolin.
Allí, durante la batalla en que las tropas de Goromer, Rey de Grrim, y padre de Assul, asediaban Ëndolin, murió Orfo, el semiorco, luchando contra el mismísimo Rey de Grrim.



GRORRO, EL GIGANTE, REY DE VIKINGA

Grorro era el último superviviente de una raza que con él, se extinguiría en la basta Tierra de Vikinga. Esta Península, situada al norte del Viejo Mundo, de altas montañas y costas escarpadas, en que siempre hace un frío horrible, estuvo habitada una vez por los gigantes. Habitaban en los valles y en las infinitas cuevas, hasta que llegaron los hombres. Los primeros se asentaron en las costas, y después fueron adentrándose tierra a dentro, hasta que se encontraron con los gigantes. Las luchas fueron cruentas, le llamarn las Guerras de los Gigantes, y muchos hombres murieron combatiéndolos. Fue una epoca caótica, en que se fundaron diferentes Reinos en aquellas tierras, y por largo tiempo se pelearon entre ellos y contra los gigantes. Pero éstos, que siempre les hicieron frente con dureza, aprendieron de ellos esa nueva palabra que trajeron: Rey. Así, se nombró Rey a un gigante, y todos lucharon unidos en defensa de la Tierra de Vikinga.
Fue muy duro, y al final los gigantes se vieron superados en número y en frentes, y la gra mayoría perecieron. A medida que los hombres iban matando al Rey de los Gigantes, otro era nombrado, y de nuevo volvía a caer. Así, cuando sólo quedó uno, se autoproclamó el Último Rey de los Gigantes, aun sin nadie a quien reinar. Llegados a ese punto, los hombres se olvidaron de los gigantes, y Grorro, el único que quedaba, se ocultó entre las montañas.
Grorro salió de Vikinga una vez, en contra de su deseo, pues Goromer, Rey de Grrim, uno de los Reinos de los hombres que quedaban en Vikinga, lo hubo secuestrado. Fue llevado lejos, al sur del Viejo Mundo, al Reino de Himn. Allí Grorro se vio obligado a luchar en el Palacio Encantado de Ëndolin, donde Goromer pensaba que estaba la Corona Radiante...





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5 de julio de 2010

La Sirada



El gnomo sopló sobre su cabeza, y la flor de algodón flotó alejándose, mecida por su aliento. Estaba tumbado sobre el pasto, recostado donde nacía el tronco de su árbol, pensando en U. Se acercó la pipa a la boca, y una bocanada de humo ascendió haciendo espirales desde sus fosas nasales. Aquel lugar era su pequeño paraíso, su árbol. Teether era un gnomo muy peculiar. Le gustaba creer que cuidaba de las hadas y otras criaturas del bosque. A menudo se alejaba de su árbol, uno de los más especiales de aquel bosque, el árbol consciente más viejo de todas las Altas Ered-Ilais. Teether nació de la primera semilla que pudo germinar en el árbol. Cayó al suelo, sobre el pasto, y de ahí nació primero un tallito, y después una bonita flor. Era turquesa, y violácea, en una combinación de tonos preciosos. Cuando la flor brotó, de su capullo nació Teether, un gnomo diminuto que pronto aprendió cual era su tarea en esta vida: contar cuentos. El árbol consciente de Teether era tan especial porque sus hojas nacían blancas como papiros, con cuentos escritos. Palabras y palabras ordenadas, que contaban millares de historias. Y Teether era el gnomo que debía cuidarlas.



Hola!!
Este es un fragmento extraído de capítulo III del cuento de La Sirada, titulado Teether, el gnomo amigo de U.
Os lo dejo aquí para ver si os gusta, como muestrita de este cuento que estoy escribiendo. Hoy he subido al menos 9 capítulos, la verdad es que sin darme cuenta, llevo el cuento muy avanzado!!

Bueno, si alguien se anima a echarles un vistazo, que me dé su opinión!
¿Trato?
Se pueden leer, aquí:





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2 de julio de 2010

Los Doce Navíos Elfos en Bubok!

Hola!!

Vengo a contaros que he subido otro de mis cuentos a Bubok!!

Como sabréis, hasta ahora tenía dos cuentos en mi tienda online: Scrópolo, el Necrófago, y EL Duende, la Doncella y el Monstruo del Lago. Bueno, pues estos días he estado trabajando en los últmos detalles del cuento que escribí en 2008 llamado LOS DOCE NAVÍOS ELFOS.

Con ello, poco a poco voy subiendo mis cuentos a la plataforma Bubok, con la intención de que cualquiera (y me incluyo) los tenga disponibles en formato papel, pues como sabéis, en formato ebook/PDF ya los teneis todos en mi página: www.modt.net.

Esta es la portada que hice:


La foto de portada la tomé la semana pasada, que estaban aquí mis padres, y dimos un paseo por el Parque Natural de Anaga, al norte de la isla de Tenerife. Me encanta este lugar,  pensé que era una portunidad para sacar una buena foto para la portada de este cuento. Ésta en concreto es la que más me gustó de las que hice, tomada desde la playa de Almáciga, en dirección oeste, de toda la ínea de costa. ¿Qué os parece?
La contraportada es una aportación de una buena amiga. Es un retrato de Kalhia, Primera de Quivarén, uno de los personajes más relevantes y carismáticos del cuento, al menos hasta que se sumió en la locura del encierro... La hizo Cristina Puig en 2008, pues le encantó el cuento, y a mí el retrato de Kalhia!!! Es un honor para mí tenerla en la contraportada, aunque cierto es, que tambén está en el interior del cuento (aunque en la versión en papel de bubok será en blanco y negro, razón añadida para presentarlo en la portada).

Bueno, espero que os guste. Podéis encontrar la página del cuento en Bubok en el sguiente enlace:

Los Doce Navíos Elfos

Espero volver pronto para anunciaros que tengo más cuentos en subidos a Bubok!!!
Saludos!!
Darka.

23 de junio de 2010

Un día en el mundo

Hola!!
Hoy vengo a contaros un poco de mí, y de lo que ando haciendo, porque parece que estoy un poco desconectado de aquí, pero no es así.
Cierto es que ando liado a nivel personal y académico-profesional, y eso me ha quitado tiempo, pero mi cabeza no deja de girar y girar con ideas del nuevo proyecto que tengo entre manos, y del que vengo a hablaros ahora.

Por un lado, anunciaros que el cuento de Lyda de Lis. Historia de una Estatua de Piedra. está casi terminado. Me quedan los últimos capítulos para darle fin, lo cual estoy deseando.
Es más, estoy recibiendo muy buenas críticas del cuento, aunque todo deba decirse, aun hay que revisarlo y cambiar algunas cosillas que me cogean. Pero puedo decir que está casi terminado. ¡Llevo 2 años escribiéndolo!

Y el proyecto que venía a presentaros, y del que ya os había hablado, es La Sirada. Aun no tengo un nombre definitivo para el cuento, pero la verdad es que está realmente avanzado. Como podéis ver en su página, ya tengo la estructura del cuento, y ya he comenzado a escribirlo. Tengo varios capitulos ya terminados, a pesar de no haberlos subido. Ahora mismo estoy trabajando en el capítulo XV, del que os mostré un fragmento en la entrada anterior de este blog. No significa que haya escrito los catorce anteriores, ya sabéis que voy escribiendo así como me van viniendo.
Tan pronto como pueda, actualizo la página de lcuento y subo los capítulos terminados.

Y bueno, en esto estoy trabajando actualmente.
Este cuento que estoy empezando, en el que llevo pensando unos meses, me está encantando. Personajes, argumento, e importancia en Mi Mundo, todo. Y sé que lo escribiré muy rápido!! Al menos, de momento, para ser un cuento largo, va muy avanzado!

Un saludo a todos los que hayan caído por aquí y me hayan leido!!
Darka.

19 de junio de 2010

El Atolón

El Príncipe Assul viró el timón unos grados ligeramente a babor, utilizando su única mano. La nave surcaba el océano calmado, y todo alrededor estaba a oscuras. Aquélla era una noche sin luna, y sólo las estrellas brillaban en el cielo. Ni una nube lo surcaba. Por las noches apagaban todas las luces a bordo, para evitar ser vistos desde lejos, así que todo estaba completamente a oscuras. Corría una leve brisa, suficiente para hinchar la mayor, y avanzar a sotavento, hacia un destino donde sabía que nadie lo encontraría. El rumbo estaba fijado por el sol durante el día, había que navegar hacia donde éste nacía, y por Uzkulac durante la noche, una constelación que los marineros conocían como el Triángulo de Verano, que siempre apuntaba al este. En aquella dirección, sin desviarse del grado exacto, se encontraba el Atolón.

Aquél era un puerto franco, al que piratas, corsarios y otra calaña acudía a repostar. No era más que un peñasco que sobresalía en la inmensidad del océano, solitario, y donde tras muchas generaciones de marineros, se había levantado todo un puerto. Las viviendas se amontonaban en la loma, los muelles crecían mar adentro, y en su cúspide, se elevaba un faro, que siempre alumbraba el camino. El Atolón era el punto más cercano de tierra conocida por el hombre a los Mares de Eldor, el Torturado, una masa de agua cubierta siempre por una tormenta inmóvil. La visión desde el puerto franco, decían, era asombrosa. Por el día, que solía lucir cálido y luminoso en aquella región del mundo, se alcanzaba a ver al noroeste la inmensa tormenta, que jamás cesaba. Y por la noche, desde los muelles, alcanzaban a verse los relámpagos, en continua explosión. Era una visión increíble, y Assul soñaba con verla. Había oído hablar mucho del Atolón, y siempre había querido ir, y aquél le había parecido el mejor lugar para esconderse de su padre.

Junto al timón, de donde nacían varios cabos que se elevaban hasta lo alto del mayor, donde unos hombres se apostaban, había un caballete que sostenía una jaula de pájaro. En su interior, U se sentaba sobre el columpio que debía estar sosteniendo a un ave, y no a una Sirada como ella. Aquello, hasta indignaba a la pequeña U, si al menos ella hubiera tenido alas para volar… Sus piernecitas colgaban desnudas desde el columpio, al que se agarraba con ambas manos. Su vestidito azul celeste se mecía con la brisa que movía la carabela, mientras observaba a Assul. No terminaba de comprender a aquel hombre. De hecho, no entendía a ninguno de ellos. Se peleaban por cosas absurdas como bellas flores, coronas negras o reinos, hasta el punto de que padre e hijo pudieran odiarse de tal modo. A ella le daba exactamente igual lo que hicieran con esa corona, que por muy radiante que dijeran que fuera, no era más que un trozo de metal negro y consumido.

Frente a la sirada, Assul miraba al cielo mientras sostenía el timón, sin moverlo un ápice. Ninguno de los hombres a bordo había ido jamás al Atolón, y el Príncipe se guiaba por aquella constelación, sin saber siquiera si existía realmente aquel lugar. Definitivamente, pensó U, aquél era el mejor lugar del mundo para esconder la corona. Por mucho que les persiguiera el Rey de Grrim, jamás daría con ellos en un lugar así. O eso esperaban ambos. Lo que U no sabía, era si quería ir hasta allí, y aun menos quedarse. El Príncipe Assul le había hablado del Atolón, y no le gustaba nada ese lugar. Un peñasco con cuatro casas en mitad de la nada...

Aquella noche la constelación de Uzkulac cruzó la bóveda del cielo, y al final nació el día, y después otro, y otro. Aquellos largos días, calurosos bajo el sol del océano, fueron interminables para U. Assul pasó el viaje obsesionado, aquella flor significaba todo para él, y la pequeña U no podía entender por qué. Siempre la trató bien, la llevaba consigo a todos lados, aunque siempre encerrada en su jaula de pajarillos, salvo una ocasión, que le permitió salir.


Fragmento extraído del capítulo XV del cuento de 
en el que estoy trabajando actualmente.

6 de junio de 2010

Luz-Culac, la Luz de la Noche

Las altas columnas del templo se elevaban sobre la cabeza del Gran Sacerdote de la Orden de los Sueños Brillantes mientras permanecía tumbado, bajo esa inmensidad de estrellas perfectas. Las flores de las calas, blancas como el mármol del templo, embriagaban con su perfume, bailando con los nenúfares de la charca que rodeaba el templo. En el Monte del Sueño siempre era de noche, siempre se apreciaban las estrellas, siempre brillaba la luna y las nubes nunca entorpecían su belleza. Desde que se levantó el templo en honor a Moulth, la Diosa de los Sueños, de la Noche, de su belleza, jamás se había encendido ninguna luz en el Monte del Sueño, pues la Diosa elfa lo iluminaba desde él cielo nocturno. Luz-Culac lo habían llamado los primeros elfos, y así se conocía en todo Eleanor, aunque pocos conocían su paradero exacto, ni el significado de su nombre. Algunos filólogos y estudiosos, habían especulado traduciéndolo como: la Luz de la Noche, pero, nadie lo sabía a ciencia cierta, pues solo se relataba en las altas bibliotecas del templo, y nadie salvo los sacerdotes de la Orden de los Sueños Brillantes tenían acceso a ellas. Luz-Culac era el mayor templo dedicado a Moulth en todo Mawol, y donde residía el Alto Sacerdote de la orden, que nació el mismo día que se colocó la primera piedra del templo. Estaba compuesto en su totalidad por mármol, traído por los primeros elfos de las minas de Sa Dragonera, cargándolo en grandes dragones, que les ayudaron en su construcción. Una gran charca rodeaba el templo y la única manera de llegar a él era en góndola, algunos visitantes anónimos, según cuentan las leyendas, hablan de que llegaban de día y durante el viaje en góndola iba cayendo la noche, aun durante las calurosas horas del medio día, hasta hacerse la oscuridad total, solo quebrada por las estrellas y la luna. Los cisnes nadaban en la charca, radiantes junto a las góndolas. Al llegar a la otra orilla les recibían niños elfos que les conducían a las puertas del templo, cruzando un inmenso jardín de calas, siempre florecidas, y reflejando la luz del cielo. El jazmín crecía por las pareces del templo, desprendiendo su aroma de sueño. Cuentan que la grandeza del templo era espectacular, sus símbolos religiosos y sus esculturas en mármol dispersas en el jardín de calas. Maravillosas formas de lunas, de dragones, de hadas... Las mismas hadas que revoloteaban por el jardín, sonriendo a los visitantes y alegrándoles con encantamientos de sueños y risas. El viento no corría, y los aromas hacían volar a los visitantes hasta un estado de entusiasmo y tranquilidad, de armonía y alegría. Ni una sola lágrima se había derramado en el jardín de calas en los miles de años que llevaba erguido en el Monte del Sueño, pues solo las sonrisas se permitían en el templo. Una música animada de flautas y laúdes, gaitas y bandurrias, violines y tambores, cantos de bellas mujeres y arpas de oro animaban el templo, se oía durante todas las horas que componían la noche, aunque nunca nadie había visto a los bardos que las tocaban. Algunos árboles crecían retorcidos y hermosos en el jardín de calas, y los visitantes aseguraban que cobraban vida y caminaban y hablaban y cantaban. Amapolas que brillaban cuando las diminutas luciérnagas se cobijaban bajo sus pétalos y duendes cuya mayor diversión era espantar a estas luciérnagas... Cuando ocurría, todos estallaban en risas contagiosas, mientras salían espantados, huyendo de las hadas que les regañaban. Quienes se encontraban cerca sonreían sin poder evitarlo, aunque no solía ocurrir, pues los duendes son criaturas extraordinarias, pero tímidas y precavidas. No solo el templo se levantaba en el Monte del Sueño, una pequeña aldea se había creado con el tiempo en el interior del círculo de la charca, donde vivían los caballeros de la orden, valientes guerreros a las órdenes de Moulth y el Alto Sacerdote.



Este relato fue escrito, creo, en 2002.
Hoy lo rescato aquí, pues quiero mostraros ese lugar de Mi Mundo.

Darka.

27 de mayo de 2010

El Trono vacío de Ëndolin

Los dos guerreros entraron al palacio y cerraron las grandes puertas tras ellos. Entonces se hizo la calma. Assul, rápido, colocó un gran madero que había para asegurarla por dentro, y se llevó la mano al brazo contrario, donde tenía una herida profunda. Los dos se miraron, sin verse, entre la oscuridad rota por los relámpagos, cuya luz azulada se colaba por las vidrieras, muchas de ellas destrozadas por los estragos del tiempo. Fuera habían quedado sus compañeros, los caídos y los que no habían logrado alcanzarlos.

Llegar hasta allí había sido una hazaña terrible. Cruzaron los mares, hacía semanas, desde las gélidas aguas del norte, hasta las cálidas del Mare Nostrum Interioris. Aquellas costas los habían recibido bien, pues sus gentes nunca supieron sus verdaderos propósitos, y encontrar el palacio derruido no había sido difícil. Llegar a él era lo que había costado. El castillo estaba abandonado hacía ya muchos años, y se hallaba en el fondo de un valle. Las altas montañas que lo rodeaban, la Cordillera de Eled-Ilais, nombre heredado de los elfos en viejos tiempos, estaban nevadas, y todos se reconfortaron con ello, recordando su hogar helado, el Reino de Grrim, en la lejana Escandinavia. La situación del valle entre estas montañas hacía de embudo para las corrientes de aire, y allí se arremolinaban continuamente oscuras nubes, que no cesaban en descargar una fuerte tormenta. En aquel lugar siempre estaba lloviendo, y terribles relámpagos caían incesantemente. Era un lugar desolador, donde la única forma de vida que podía crecer era aquel prado de helechos. Todo el Valle de Ëndolin, alrededor del palacio en ruinas, estaba cubierto por un manto de vivo verde, una alfombra de helechos. Era un lugar precioso, mágico incluso, con aquel castillo arruinado, cubierto de enredaderas, coronando el valle verde. Según decían las gentes que habían encontrado de camino, aquel lugar estaba encantado. Aquel castillo había sido una vez la capital del Reino de Himn, que desde la Cordillera de Eled-Ilais, descendía hacia el sur hasta la costa del Mar Interior. Nadie había habitado el lugar en el último Siglo, salvo, decían, los protectores del lugar, que cuidaban del castillo y hacían guardia ininterrumpida para salvaguardarlo de los invasores, que no habían sido pocos. En su interior, al parecer, se guardaba algún tipo de tesoro, una reliquia de antaño, cuya historia se perdía en los anales del tiempo…



Extraído de El Trono vacío de Ëndolin,
Prólogo al cuento de La Sirada
Darka Treake

18 de mayo de 2010

Monográfico: Ciudades-Estado

Hoy vengo a hablaros de dos grandes ciudades en Mi Mundo. Sus nombres son: la Insigne Ciudad-Estado de At-Lanthas, y la Ciudad-Estado de Aluadinia.
Como ya os he dicho en alguna ocasión, estoy trabajando en el Glosario de la Leyenda de Golöel, el cual contiene una gran cantidad de términos, entre personajes, objetos, acontecimientos y lugares. Aprovecho para mostraros una primera versión de este Glosario, aunque aun lo veo muy pobre, y por ellos, hasta no incluir aun una buena cantidad de términos, no quiero presentarlo en sociedad.
Os lo dejo sólo por si queréis echarle un vistazo y decirme qué os parece.
En él podéis encontrar ya algunas descricpiones, de algunos personajes, de algún objeto y de algunos lugares. Estos son dos de ellos:


INSIGNE CIUDAD-ESTADO DE AT-LANTHAS

Nombre: Insigne Ciudad-Estado de At-Lanthas
Categoría: Lugar
Su contrucción comienza durante la edad de los elfos. Los hombres levantan la ciudad, en 415 del calendario de los hombres del Viejo Mundo, sobre las ruinas que dejaron los elfos. En 1284 recibe el sobrenombre de Ciudad Insigne.
Nunca fue destruida.
La Ciudad-Estado de Atlanthas se encuentra al centro del Viejo Mundo, junto al Reino de Aln-Tarin, en la rivera del Río Grande, también llamado Bragano.


Los elfos de la ALta Estirpe de Laentis-Anne, llamados los viajeros, llegaron al Viejo Mundo cuando los hombres aun no eran lo que ya son. Durante la Edad de los Elfos, ellos se expandieron, ocupando gran parte del territorio virgen, pero cuando los hombres se alcanzaron una cultura y una tecnología digna de hacerles frente, estalló la Guerra de los Mil Años, y éstos debieron marcharse de aquel continente para siempre. Aun así, unos pocos elfos permanecieron en la lucha.
Cuando se hizo la paz, esos pocos que permanecieron, convivieron con los hombres.
En el año 415 de la Edad de los Hombres (según el calendario occidental), se comienzó la construcción de At-Lanthas, sobre las ruinas de la última ciudad elfa, su bastión más oriental.
En la ciudad convivieron, desde sus comienzos, elfos y hombres, y por siempre se mantuvo esta armonía. Pronto formaron un consejo, presidido por un elfo y un hombre, y así gobernaron en paz por siempre, sometiendo a votación el cargo a la muerte de cada miembro del consejo.
Desde entonces, la Ciudad-Estado de At-Lanthas creció floreciente, y aislada del resto. Con los primeros enlaces comerciales, se forjó amistad con otros pueblos, pero siempre mantuvieron su independencia, incluso lograron resistir varios intentos de asedio de otros reinos.
En el año 1284, terminó la Gran Guerra de la Roca, la Primera de las Guerras de la Luna. Y fue en esta ciudad donde se celebró la victoria, desde entonces recibiendo el sobrenombre de Ciudad Insigne. Así, pasó a llamarse la Insigne Ciudad-Estado de At-Lanthas, que aun en estos días pervive en auge.

Del la Insigne Ciudad-Estado de At-Lanthas se habla en Kelpie, la Dama del Amanecer.


CIUDAD-ESTADO DE ALUADINIA

Nombre: Ciudad-Estado de Aluadinia
Categoría: Lugar
Los primeros asentamientos de los hombres en la zona datan de la Edad de los Elfos.
Nunca fue destruida.
La Ciudad-Estado de Aluadinia es una ciudad que se encuentra en el centro del Viejo Mundo, en un lugar donde el Río Largo o Ethir Aluadin, forma diferentes lagos, y nace el Río Bringuidamo, desviándose al suroeste.


La región de Aluadinia siempre fue atractiva para los hombres. El cauce del Río Largo, o Ethir Aluadin, llamado por los elfos con anterioridad, cruzaba el Viejo Mundo septentrional de este a oeste, llevando gran parte del deshielo de las Montañas del Anochecer hasta el Gran Océano, desembocando en el Canal de los Corsarios. En su recorrer, se encontraba esta región de roca, que las aguas supieron moldear. Aquella montaña fue tallada lentamente por las aguas, formando grandes lagos de agua dulce, y altos acantilados.
Allí los hombres se asentaron pronto. Algunos hasta especulan que allí nació una de las primeras Estirpes de los Hombres, que poblaría el Viejo Mundo, y que los restos de sus ruinas habrían sido devoradas por las aguas. Muchos dudan de esto, pero los que aun lo sostienen, esperan algún día encontrarlas en el fondo del río.
No hay fecha de cuando se puso la primera piedra de la ciudad de Aluadinia. Pero se data su fundación cerca del año -2500, antes del calendario occidental, que es cuando se formó el primer consejo que la gobernaba.
Aluadinia siempre trató de ser independiente, y por largos periodos fue una floreciente Ciudad-Estado. Pero en algunas ocasiones se vio ocupada, y su consejo apresado. Fue conquistada por la Ciudad-Estado de Reinora, situada al sur de Aluadinia, y bajo su gobierno se sucedieron algunas generaciones de hombres, Hasta que se revelaron y la ciudad volvió a ser independiente. Fue asediada en incontables ocasiones por los goblins del Bosque de las Tes Lunas, al norte, y muchas de estas victorias se consiguieron con la ayuda fiel de la Corona de Tronia, siempre en buenas relaciones con la Ciudad-Estado de Aluadinia.
Este lugar sería relatado en las historias, por recibir por poco tiempo como huéspedes a los que serían los Caballeros Elegidos de Golöel. Hecho que ocurriría el año 1523 del calendario de los hombres del Viejo Mundo.


Del la Ciudad-Estado de Aluadinia se habla en La Noche que No Acaba.



Os muestro, además, un plano de la Ciudad-Estado de Aluadinia, durante el Siglo XVI del Calendario Occidental.