20 de mayo de 2007

El Cuentacuentos: Te conozco demasiado bien

Te conozco demasiado bien como para que me digas eso. Sé cómo eres, y sé que ésa no eres tú. La persona que hoy he visto en ti, la que está ahora en esa cama atada, no eres tú. Y lo sé porque ya son muchos años a tu lado, porque desde que nací me vienes cuidando... Y ahora me toca a mí. Y lo sé, créeme aunque tú no lo veas, con fía en mí, ésa no eres tú.

Te veo y te ves, y nos vemos, como contestarías tú... ¿A qué sí? Porque hablando como hablas, diciendo todas esas... No, no utilizaré esa palabra enfermiza. Lo que dices no tiene sentido, o al menos no para mí, ni para nadie fuera de tu cabeza, pero no lo son. Son sólo pensamientos, tus pensamientos disparados sin control.

Y... Siento mucho lo que te está pasando, y siento muchísimo tener que haberte llevado allí... ¡Claro que me cambiaría por ti! ¿Qué tipo de pregunta es esa? ¿De verdad crees que yo quería hacerlo? Claro que no... Yo también odio ese lugar... Odio que estés allí dormida. Odio que me mires así. Odio tener que visitarte para verte, que vaya a allí y ni siquiera me reconozcas...

Y me lo cuestionas si no me doy cuenta... Que ésa eres tú, me repites, que no te pasa nada... Pero no. Eso no es así, y... Joder, ya quisiera poder cambiarme por ti, y que no estés así. Pero no puedo.

Pero bueno, lo único que me consuela es que sé que no sabes nada, que no eres tú la que habla y tanto piensa, la que está ahora en esa cama durmiendo mal acompañada... Me consuela pensar que eso era lo que había que hacer, y que uno de estos días saldrás de ahí, estando bien, siendo tú otra vez...

Te lo dedico, aunque ahora no puedas leerlo...
D & C



Esto no es exactamente un cuento, y no me ha parecido bien publicarlo en el cuentcuantos, aun así, agradeco la frase, con la que ya no pensaba escribir, pero que al final me ha dado la oportunidad de legar a esto... Gracias.
Para lo que hayan caído aquí y lo lean, bueno... Es lo que siento.
Y para los que quieran leer algún cuento de un buen cuentista, visitad:

12 de mayo de 2007

Primera Planta. 05.51 horas.

Sofio y el príncipe elfo se habían separado de los demás, y paseaban juntos entre dos estanterías de todas las que había en aquella tremenda biblioteca. Ambas estaban repletas de gruesos libros y montones de manuscritos apiñados. Era alucinante... Cada estantería se elevaba en pisos que almacenaban libros y libros, hasta llegar al techo. Había sido imposible contar todos los que había... Caminaron anonadados, separándose de los otros, sin terminar de comprender todo aquello.

- ¿Tú qué piensas?- Le dijo el elfo.
- No lo sé...- Contestó el sin dejar de mirar a todos lados.
- Es que no tiene sentido. Piénsalo. ¿Dónde demonios estamos?
- Claro que lo pienso, Ïlandil. ¿Qué hace esta biblioteca aquí? Tanta sabiduría, tantos libros... No pensé que pudiera existir un lugar así... Es increíble.
- ¿Te preguntas qué hace esta biblioteca aquí?- El elfo suspiró por lo bajo.- Yo me pregunto dónde estamos realmente. No es la biblioteca, es todo este lugar. Esta torre, en medio de la nada. ¿Cómo iba a estar ella aquí? Y lo más importante...¿Por qué? ¿Quién la ha traído aquí?

Sofio lo miró, comprendiendo su pena. Ese elfo debía estar realmente enamorado de ella. La carta que encontraron en los aposentos de Siläe, sus encuentros, todo era cierto.- Ïlandil, ¿Os escribíais Siläe y tú?
- Sí.- Dijo él desviando la mirada.- Estábamos prometidos. Pero... Sabíamos que no debíamos, pero... Hay veces, Sofio, que no puedes decidir sobre ti mismo, ¿entiendes?- Sofio asintió.- Y mira hasta dónde he venido a buscarla... Comprendo que Gelghar no esté de acuerdo. Mi familia tampoco lo está, pero eso ahora no importa. Pienso encontrarla, donde esté, es que no importa nada más.
- Yo voy a ayudarte.- Dijo Sofio después de un momento.- Sé que ella está aquí. He visto este lugar en mis sueños....- El adivino le puso una mano en el hombro al elfo, apreciando lo alto que era.- Y vamos a encontrarla. Sé que vamos a encontrarla.

Entonces, a través de su mano, sintió al elfo estremecerse, y en ese momento, en otro lado de la gran estancia, se escuchó un gran ruido, miles de murmullos revoloteando...


Memorias Olvidadas
Darka Treake

6 de mayo de 2007

La Batalla de Nájera - 1367

Estoy trabajando en un nuevo escenario de Warhammer, esta vez una recreación de una batalla histórica: La Batalla de Nájera, ocurrida el 3 de abril de 1367. En ella participaron algunas de las más importantes personalidades de su tiempo, para decidir quién reinaría en Castilla. Esta batalla supuso mucho más que un enfrentamiento para decidir quién sería Rey, pues en ella participaron no sólo castellanos, sino también franceses e ingleses apoyando a ambos bandos respectivamente, con lo que además fue una batalla dentro del marco de la Guerra de los Cien Años, librada principlamente entre franceses e ingleses. Os cuento:




Al comienzo del año 1367 reinaba en Castilla Pedro I, el Cruel, pero su trono le era disputado por su hermano bastardo Enrique de Trastámara, que gozaba de mayor popularidad. Enrique, con el apoyo de Francia y Aragón, había logrado tomar algunas ciudades y Pedro debió huir, con lo que el poder se tambaleó y todo parecía perdido para Pedro, pero no fue así.
Pedro consiguió el apoyo de Inglaterra, y así, el hijo de Eduardo III de Inglaterra, conocido como el Príncipe Negro, acudió en su ayuda con numerosas tropas.
Por su lado, Carlos V de Francia mandó al mariscal Bertrand Du Guesclin, en apoyo de Enrique.

Ambos contendientes se encontraron en la orilla norte del Ebro, y estuvieron cerca de una semana mirándose sin ninguno dar el primer paso, hasta que el Príncipe Negro rodeo al enemigo y cruzó el Ebro por Logroño, dejando la villa de Navarrete a su espalda y avanzando hacia Nájera. Entonces Enrique, de la misma forma, cruzó el Ebro por Haro y llegó a Nájera primero.
Allí Du Guesclin y el resto de conejeros le dijeron que no abandonara la plaza, que a pesar de la superioridad numérica, la llanura que se interponía con el enemigo sería una posición desventajosa para la lucha. Pero Enrique, haciendo caso omiso, demostró gran valor al abandonar Nájera y cruzar el río Najerilla con su ejército, y fue entonces cuando se avistaron ambas huestes.

En ese momento, el Príncipe Negro dijo: ¡Por San Jorge que es un valiente caballero este bastardo! y seguido le dijo a Pedro I: Señor Rey, hoy sabréis si sois Rey de Castilla, o no sois nada...

La batalla sucedió muy deprisa. Se guarda un relato de buena mano de cómo sucedió.
El ejército francocastellano avanzó, y su primera línea de infantes ganaron terreno al principio a los hombres de armas anglocastellanos, pero cuando su caballería ligera se lanzo a rodear flancos, los arqueros ingleses los rechazaron en varias ocasiones y terminaron huyendo, factor decisivo que determinaría el resultado. En el centro los ejércitos chocaron, y las tropas del Príncipe Negro y de Pedro fueron superiores, es más, las tropas de la retaguardia anglocastellana, al mando del Rey Jaume IV de Mallorca, envolvieron al ejército frances y atacaron de sorpresa.
Entonces el ejército de Enrique comenzó a huir, y él entre ellos, que se dice que tomó un caballó de un compañero y huyó a Nájera.
Cuentan que Du Guesclin, el Mariscal frances, sólo se rindió ante el Príncipe Negro, al ver que estaba acabado, diciendo que sólo ponía sus armas ante él, pues era el mayor y único caballero de aquella contienda. Fue hecho prisionero y más tarde liberado a cambio de una buena suma.


Esta batalla al final no decidiría nada, pues Enrique se repondría, y dos años más tarde mataría a Pedro en la Batalla de Montiel, haciéndose con el trono, e instaurando la casa de los Trastámara en nuestra monarquía.

Pero esta batalla fue una de las más grandes sucedidas en la época, en la que participaron grandes personajes de la época: Pedro I, el Cruel; Enrique de Trastámara (después Enrique II); El Príncipe Negro; Jaume IV de Mallorca; Juan de Gante, hermano del Príncipe Negro; El mariscal Du Guesclin; el mísmismo Garcílasso de la Vega; Don Alfonso, hijo del Infante Don Pedro de Aragón, entre muchos otros ilustres caballeros castellanos, ingleses, franceses, aragoneses, gascones, mallorquines y navarros...


Ya os iré informando a los interesados sobre este escenario que estoy preparando. No me queda mucho, pero con la proximidad de los exámenes, no quiero dedicarle excesivo ímpetu... De todas maneras, lo preparo para jugarlo con Joey cuando venga a finales de mayo. Ya os contaré cómo ha ido!! Además, cuando lo tenga, el escenario será colgado en el apartado de El Campo de Batalla (Escenarios y Aventuras).

Quería citaros mis fuentes por si alguien está interesado en saber más de la Batalla de Nájera:

Vallenajerilla.com - Donde se cuenta todo brevemente, pero nombrando a muchas de las perosnalidades que allí participaron, además de mostrar un mapa del lugar y lo que es más importante: las cartas que el Príncipe Negro y Enrique de Trastámara se cruzaron en las noches previas a la contienda... No os las perdáis.

Wikipedia - Cómo no... La maravillosa Wikipedia. En ella encontraréis no sólo una relación detallada de tropas, personajes y el relato de lo acontecido, entre otras informaciones, sino que además se presentan numerosos enlaces a otras secciones de su propia base de datos en que se os habla de estos mismos personajes.

Técnicas Bélicas del Mundo Medieval - No os presento enlace de esto, pues es un libro que me regalaron mis primso por mi cumpleaños, a los cuales se lo agradezco muchísimo!! Me encanta!!

2 de mayo de 2007

El Cuentacuentos: Hola, ¿bailas conmigo?

- Hola, ¿bailas conmigo?- Estaba sentado, levantando la mano derecha, ofreciéndosela a ella, y sonreía de manera extraña, como con sólo la mitad de sus labios, formando una mueca que no invitaba, ni a sonreír, ni a bailar, y que a ella le entristeció aun más.
- ¿Has leído el libro que te di?- Contestó ella preguntando, tajante.
- Sí. El título de aquel libro llamó poderosamente mi atención. Gracias.- Y volvió a sonreír de aquella manera tan peculiar, como tan sólo él lo hacía.- Pero... No lo he entendido muy bien, esperaba que me ayudaras.
Los dos quedaron en silencio. La inocente petición le hizo dudar a ella. ¿Estaba siendo irónico?
- ¿Lo harás?- Repitió él.
Sonaba una hermosa melodía que entraba por la ventana, traída por el aire de aquella noche de luna llena. Ella estaba de pie, apoyada sobre la estantería de su estudio, y a su espalda, incontables libros y manuscritos guardaban infinita sabiduría. Compendios y tratados de filosofía, medicina, psicología y otras disciplinas permanecían ordenados, expectantes y conocedores del secreto que él aun no conocía.
- Sí.- Dijo.- Te ayudaré.- Estaba muy sería, mirándole. En él vio esa expresión taciturna, y dio un par de pasos hasta llegar a él. Tomó su mano, se arrodilló para ponerse a su altura, y añadió cuatro palabras.
- Pero prométeme una cosa.
Él asintió.- Dime.
- Vas a escucharme, muy atento, y vas a tratar de entender lo que te digo, ¿vale?
- No estarás otra vez con eso...- No obtuvo palabra por respuesta, pero en su rostro la vio reflejada, y negó con la cabeza... Estaba harto de todo aquello.
- Desde el accidente, todo cambio.- Dijo ella por fin.- No quieres creerme, pero lo digo en serio. Sé de lo que hablo.
Él se encogió de hombros.- Sí... Lo sé. Pero en serio... Es que ya no puedo más.- La miraba fijamente, y ella comenzó a sentir cómo su mano temblaba.
- Escúchame.- Dijo.- El accidente fue muy fuerte. Eso ya lo sabes. Después pasaste mucho tiempo en el hospital... Hicieron lo que pudieron, pero tu sistema nervioso quedó dañado irreparablemente.
- No...- La interrumpió él.- Estoy bien.- Y calló con un suspiro.
- Escúchame... ¿Qué leíste en el libro? Dime.
- Bueno... Habla de aquel hombre. El que sufrió una apoplejía del hemisferio derecho del cerebro. El muy tonto no sabía ni que había quedado paralítico de medio cuerpo.
- No estaba paralítico...- Dijo ella muy despacio.- Era una parálisis, una hemiplejia. No podía mover la mitad izquierda de su...- Las palabras se quebraron al ver aquella media sonrisa irónica.- cuerpo.
- En serio... Yo estoy bien. De verdad... Los médicos exageran, si es que...
- Escúchame...- Dijo ella otra vez en voz baja.- Aquel hombre... No era tonto por no saber lo que le pasaba.
- No...- Él se rió por lo bajo.
- Se llama anosagnosia, y significa no poseer un conocimiento...- Movió la cabeza.- Una persona que tiene anosagnosia, no sabe que le pasa algo, ¿entiendes? Es incapaz de saber que está enfermo...
Calló por unos instantes, y miró a través de la ventana sin ver a la luna.
- ¿Qué decía en el libro...? ¿Qué has leído tú mismo en ese manual, acerca de la apoplejía derecha?
- Sí. Si yo te entiendo, pero es que a mi nunca me dio una apoplejía...
- Sí. Sí que te dio. Dime, qué dice...
- Dice que algunos pacientes que han sufrido una parálisis del lado izquierdo de su cuerpo tras sufrir la apoplejía, tienen anosagnosia, con lo que no saben que están paralíticos...
- No están paralíticos...- Repitió ella aun buscando a la luna.
- Ya... Es una parálisis... Ya me lo has dicho.- Callaron los dos.
- Pero a mí no me pasa nada. Nada.
Ella no contestó, ni dijo nada por un rato, y permanecieron en silencio. Él temblaba más que antes, y ella apartó su mano, dejándola caer sobre su pierna derecha, que la acarició hasta llegar a la izquierda. Entonces sonrió, al encontrar a la luna, que de nuevo se asomaba a la noche.
- ¿Lo has sentido?- Dijo ella de nuevo mirándole.
- ¿El qué?
- Mi mano...- Sus palabras sonaron casi más como una pregunta inocente.
Pero él sonrió, sin comprender en absoluto.
Entonces ella se levantó y le dio un beso en la mejilla izquierda.- No.
- No, ¿qué?
- No puedo bailar contigo...
Él negó con la cabeza. Estuvo a punto de resoplar. Estaba harto de que le repitieran lo mismo.
- Piénsalo. Sólo te pido que pienses si es posible...- Dio media vuelta y caminó hacia la puerta, y después de las ultimas palabras, la cerró al salir.
- Tan sólo intenta imaginarte a alguien que no es capaz de sentir la mitad de su cuerpo... Que no puede moverlo y no lo sabe. Simple y llanamente, no lo sabe. Alguien que no es consciente de todo aquello...



Darka Treake



(No te aconsejo que leas las siguientes palabras si aun no has leído el relato, pues probablemente te desvele el secreto antes de tiempo...)
Este relato ha sido inspirado por algo que he leído en "El Error de Descartes" de Antonio Damasio. No está basado en un caso verídico, pero sí es verdad que hay muchos pacientes que sufren de este mal. Personas que no pueden mover la mitad izquierda de su cuerpo y ni siquiera lo saben... Les pides que muevan la mano, y lo intentan y lo intentan sin poder, y no entienden por qué. Ellos están convencidos de poder hacerlo, sin embargo, no hay manera...




¿Encontraréis a alguien que sí haya podido bailar en El Cuentacuentos?