Todas las Altas Estirpes de los Elfos llegaron a dominar la magia. Todas ellas, al conocerla, se asustaron, pues era una energía difícil de predecir y de manejar. Pero hubo una de ellas que la amó sobre todas las cosas. La Alta Estirpe de Cardonón, a los que llamaron los Hechiceros, fueron los primeros en aprender a canalizarla, y fueron muy poderosos con su ayuda.
Se dice que Edön, el Primero de ellos, se maravilló al descubrirla. Nunca le contó a nadie su primer encuentro con la magia, pero dicen que llegó a hacer un pacto con un poderoso dios. Desde entonces, Edön fue uno de los más grandes elfos que ha vivido.
Se cuenta que Edön fue un gran amigo de Efgo, Primero de la Alta Estirpe de Yandalath, ya antes de que estallaran las Guerras de la Sangre. Algunos llegaron a decir, incluso, que Efgo, con la ayuda de Edön, logró abrir un portal mágico, una puerta a otro mundo...
Cuando comenzaron las guerras, y toda la Tierra de Aradán se tiñó de sangre elfa, los dos se enemistaron y ya jamás volverían a hablarse. Todo sucedió, y muchos cayeron entonces, pero al final Efgo fue exiliado, y la Isla se partió en un archipiélago. Edön resultó herido en la última batalla, en combate contra Efgo de Yandalath, codo con codo con Aradán de Assëe. Creyendo que se moría, Edön lanzó un poderoso hechizo sobre el bastón de Aradán, gracias al cual consiguió derrotar a Efgo.
Tras todo aquello Edön se retiró, y cuando fue coronado en los Salones de Gran-Ithil, la Torre Estrella, durante el Tercer Concilio de los Elfos, junto a otras Altas Estirpes de los Elfos, decidió de inmediato ceder su derecho a sus hijas, Asdida y Alaya.
Decidió dejarle a la mayor el Reino que le pertocaba tras la guerra, salvo una isla, que se la dejó a la menor como regalo. Asdida y Alaya aceptaron entonces de buen grado su legado y fueron buenas hermanas, unidas por un fuerte amor.
Entonces Edön se retiró lejos del politiqueo, prefiriendo una vida discreta y alejada de las guerras y su horror. Y vivió olvidado en la isla de Tatay, con su hija, la Reina Alaya de la Dinastía Tatay. Alaya, la menor de las hijas de Edön, vivió siempre en paz con su padre. Tuvo tres hijos, que le dieron nietos. Elía, la mayor de sus hijas, se casó con Össoro, al que llamaron el Reo, del que dijeron ser un pirata amigo de Golëf de Avanissián. Elía se marchó con Össoro y jamás se volvió a saber de ellos, al menos por aquellas tierras...
En la Isla de Tatay, dicen, Alaya y Edön llegaron a convocar al Concilio de la Magia en algunas importantes ocasiones.
La mayor de las hijas de Edön, Asdida, fue nombrada reina de Cardonón, y reinó en las Islas de Eivissar-Lad y Lin-Bad-Rin, así como en todas las islas en el Mar de Eleanor, hasta las Islas de los Bardos.
Asdida se casó con Essëo y tuvieron una hija, Norah, que fue la mujer de Ëlo. Norah y Asdida fueron grandes hechiceras, y elevando el estandarte de la Alta Estirpe de Cardonón, se batieron con los elfos de Yandlath. Ocurrió que en una incursión a Elhada, ambas resultaron derrotadas en una gran batalla marítima, en las costas escarpadas del Cabo de las Tormentas, muriendo a manos de Ëtiro, el Brujo, hijo de Efgo de Yandalath.
Aquello fue un golpe durísimo para todos los elfos de Cardonón, que durante largo tiempo lloraron sus muertes. Fue coronado Sino, hijo de Norah y Ëlo, y desde entonces reinó cuidando y protegiendo a los suyos. La Alta Estirpe de Cardonón odió desde entonces a la de Yandalath, pero jamás volvió a ir a Elhada a vengar a Asdida y a Norah.
Desde entonces los elfos de Cardonón vivieron en todas sus islas, canalizando la magia y nutriéndose de ella...
Sé que con el árbol genealógico de la Casa de Cardonón
sería más fácil leer esto, a ver si pronto puedo subirlo.
Para saber más sobre las Altas Estirpes de los Elfos, visítese la página!!
Pronto actualizaré con muchas cosas de este cuento.