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20 de noviembre de 2010

Mis Cuentos Terminados


Ésta es la historia de Mëryl, el Dorado, un poderoso dragón que cayó rendido de amor por Tai, una sirena que le tenía un miedo incontenible. Ella, asustada, nadó hasta una costa muy lejana, donde se elevaba un castillo habitado por un malvado brujo. Lo que a todos ellos les sucedió, ya sólo forma parte de sus páginas. El viaje que hizo la sirena fue tan trascendental en la historia de todo un Mundo, que su cuento fue relatado por largo tiempo...



Alba fue una bonita niña encontrada en alta mar por los elfos, que la cuidaron y alejaron de las tierras de los hombres. Así, creció en una isla virgen, llamada Niaghara, en el Mar de las Sirenas, que baña la costa norte del Continente Prohibido de Hiria. Ella vivió feliz en su selva, con los elfos, pero una vez tuvo un sueño que lo cambio todo...



¿Cómo es posible que una melodía pueda contener tanto odio? La Canción de Clauda fue donde se guardó el odio más irracional, y sus notas estaban destinadas a concebir a uno de los más poderoso Demonios Resentidos. Dos fueron las elegidas, una mujer y una elfa, a conseguir la partitura, robada de las incontables estanterías de la alta Torre del Recuerdo. Sólo él sabía la que se avecinaba...



Si existe el destino, es algo que no desvelaremos en este cuento, aunque en él se narre la historia de un hombre que trató de burlarlo. Además, en sus páginas se relata la vida de Agenon, un héroe de la Edad Antigua. Este cuento habla de diferentes acontecimientos que sucedieron a lo largo de la historia de todo un Mundo, presentados a modo de pedazos, que en realidad guardan todos relación.



Una noche de celebración y gloria, de embriaguez y festejo, lo cambió todo. Los ejércitos de elfos, enanos y hombres, juntos, habían derrotado a Golöel, el último de los Siete Demonios Resentidos. Y aquella misma noche, nació su leyenda. Kelpie, a la que llamarían la Dama del Amanecer, fue una mujer que cambió la historia, al acostarse con el Héroe Belean, de Himn, quien había logrado derrotar al poderoso demonio... En este cuento se narra lo sucedido a lo largo de cinco noches, todas ellas lo cambiarían todo. Lo arruinarían todo.



Scrópolo llegaría a ser un gran sacerdote de Ssuhl, el Dios Muerto, pero antes de obtener tanta recompensa, no era más que un despojo, que malvivía alimentándose de sus víctimas. Éste es un capítulo de su vida, en su largo recorrer hacia la no vida que prometía el Dios Muerto...



Los pequeños gestos a veces pueden cambiar las cosas. Éste es un cuento de piratas en que se narra la historia de un navío de leyenda, a la que entrarían a formar parte algunos de los que, ávidos por sus tesoros, estuvieran tan locos como para ir a encontrarlo...



Todos los héroes de leyenda tienen su ocaso, y en esos días en que ven sus fuerzas menguar, añoran las viejas glorias, y desean regresar. El nombre de Halkirk, Castigo de los Monstruos, fue muy sonados en las canciones de los juglares y trovadores por mucho tiempo. Éste sólo fue uno de los cuentos que contaron de él, la leyenda de todo un lago...



Los Doce Navíos Elfos fueron puestos en los Mares del Mundo al comienzo de la Edad de los Elfos, tras la Batalla del Juicio. Los doce llegaron a una gran isla, a la que llamaron La Tierra de Aradán. Ésta es su historia, la de las Doce Altas Estirpes de los Elfos, que pronto dominarían bastas regiones del Mundo. Aquí se relata lo sucedido a las doce familias elfas, durante la Edad de los Elfos y la de los Hombres. Se habla de sus guerras, de sus Reyes, y de sus pasiones. Es, además de un gran cuento, un compendio con todo lo que sé de los elfos en Mi Mundo, al menos hasta la fecha...



Si existe una historia que pueda ser un cuento de hadas, un cuento de piratas, un cuento de amor y de lucha por la libertad, de crecimiento personal y de cambio, una historia de odio familiar en que haya cabida para la política y el idealismo, en el que aparezcan tanto hadas, como gnomos o árboles parlantes, monstruos, reyes y brujas, príncipes desterrados, lugares de sueño y objetos mágicos, venerados como reliquias de épocas remotas, ese cuento es La Sirada...

4 de agosto de 2009

Propiedades intelectuales

Estos días estoy trabajando (por fin!!) en el registro de la propiedad intelectual.
Para ello estoy utilizando la plataforma SafeCreative, dedicada específicamente a la protección de la propiedad intelectual digital.
Al registrar la obra (que puede ser casi de caulquier tipo, ya que internet ofrece múltiples posibilidades), puedes protegerla bajo diferentes licencias Creative Commons.
La premisa Creative Commons es la protección de las obras, pero dejando libre acceso a las mismas, lo que me parece muy sensato.

La licencia Creative Commons que he elegido permite la copia y la distribución de los textos, siempre y cuando se indique la autoría. Pero de ningún modo se permite el uso comercial ni la modificación de las obras.
Esta licencia viene definida con la siguiente etiqueta de Creative Commons (CC):

Creative Commons License


Por ello, en la barra lateral he dejado el siguiente texto a modo de aviso legal:

La web de La Leyenda de Golöel, su blog y todos sus contenidos, en los diferentes formatos presentados,
están inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual, por medio de la plataforma SafeCreative,
y protegidos con una licencia Creative Commons,
que permite su copia y distribución, reconociendo siempre la autoría del trabajo.

De ningún modo están permitidos el uso comercial y/o modificación de los mismos.
Para trabajos derivados, póngase en contacto con el autor.


Safe Creative #0908030032568

Creative Commons License




Es más, no sólo quiero proteger mis textos publicados en internet, sino que a lo largo de este verano iré a la Oficina Provincial del Registro Central, que depende del Ministerio de Cultura, a registrar mis cuentos terminados.
(¿Cuándo vamos Macarrón? ¡Ponte buena!)
Aprovecho para decir que estoy (por fin también!!) revisando los cuentos que tenía pendientes de revisión: Kekpie, la Dama del Amanecer; Scrópolo, el Necrófago; Los Doce Navíos Elfos; La Leyenda del Sin Fin; y El Duende, la Doncella y el Monstruo del Lago.
Una vez los haya registrado, éstos junto a los que ya tenía terminados (un todal de diez cuentos, con el de Lyda de Lis) serán publicados, bajo estas licencias, en mi web.


Creo que el espítiru de las licencias Creative Commons es la más apropiada en un mundo invadido por los canones, en que la pirateria "parece hacer tanto daño"...
Pero no. Yo me proclamo a favor de la piratería.
Si el arte fuera libre, se autorregularía. Sería la calidad la que dictara los canones, el público sería libre de elegir, y no podrían vendernos tanto OT ni otros artes artificiales.
Esto es aplicable a todas las expresiones artísticas, pero como el campo de batalla más sangriento de hoy es en la música, basta decir que cuando no había tanta discográfica que dominara el mercado, cuando sólo existía la música en vivo, eran los grandes los que triunfaban.
Hoy quieren vendernos toda clase de mierda.

29 de julio de 2009

Historia de una estatua de piedra


Mucho tiempo atrás, contó el dragón nimio, llegó a estas tierras un pueblo nómada. Vivían del pastoreo, y al encontrarse en estos parajes, se vieron maravillados. Era una tierra casi inexplorada, muy lejos de donde ellos habían venido, y decidieron quedarse. Todas aquellas montañas, llamadas ahora el Macizo de las Estatuas, fue para ellos una oportunidad, una tierra virgen donde sus rebaños podrían pastar sin temor, y donde decidieron asentarse un tiempo. Su apego fue aún mayor cuando su líder, un hombre muy anciano, murió amando este bosque. Por él, por su deseo de formar allí un hogar, se quedaron. Provenían del Viejo Mundo, otro continente muy al norte de aquí. Habían vivido entre montañas siempre, sintiéndose seguros entre las cumbres, por lo que eran conocidos allá a donde habían ido como un clan de hombres de alta montaña, o sólo montañeses. Algunos decían que eran una raza mestiza, entre enanos y hombres, aunque ni siquiera ellos lo creían.

Aquí vivieron hasta su fin, pues hace no mucho que se extinguió su cultura. Aquí descubrieron que las montañas, como el inmenso volcán, estaban habitadas por criaturas oscuras y peligrosas. El Dragón Dorado los atemorizó, pero no quisieron ya marcharse. Y desde entonces combatieron a los orcgluds, una raza de bestias que Lyda conocía bien, y a quienes evitaba. Eran unas criaturas de piel negra, del tamaño de un hombre, o incluso mayor, a pesar de caminar encorvados. Con la edad les crecían cuernos, en cualquier parte del cuerpo, y los ancianos a menudo no eran capaces ni de moverse por ello. Todos tenían el espinazo bien marcado, con pequeños de estos cuernos creciendo a lo largo de toda la espalda. Recordaban a los orcos, que también había por aquellas tierras, pero éstos eran peores, aseguró el dragón nimio. Vivían en túneles naturales del Gran Volcán, se alimentaban de raíces y de todas aquellas presas que lograban capturas. Adoraban a Mëryl, el Dorado, el cual los repudiaba y a menudo utilizaba. Lyda los había visto alguna vez, pero siempre había huido pues la atemorizaban. Los orcgluds no vestían ropa, salvo una máscara horrorosa que infundía un terror incomprensible al que los miraba... Su líder portaba además el Medallón del Dragón, hecho con una escama del mismísimo Mëryl, según se decía, de oro puro. A éste se le llamaba Umbduch, como al primer líder al que el dragón le dio el medallón. Desde entonces todos heredaban el amuleto y el nombre a modo de título. Llevaban allí muchísimo tiempo, tanto que ya se había olvidado su origen. Al parecer lucharon en las Guerras del Desierto, contra los elfos que habitaron Nilith tanto tiempo atrás, una ciudad en ruinas en la costa oriental de Ülathar, no muy lejos de donde se encontraban. Ya quedaban muy pocos, pero los suficientes para suponer un peligro para los montañeses.

En sus últimos momentos, el clan decidió que para acabar con los orcgluds debían acabar con Mëryl, el Dragón Dorado que habitaba el Gran Volcán. Y fue Dristan McKeltar el elegido para tamaña empresa. Aquel hombre que Lyda tenía delante había venido hasta aquí a derrotar al dragón para salvar a su pueblo. Fue considerado un gran héroe, y ahora no era más que una estatua de piedra. Poco después de aquello, al no regresar Dristan, llegó el final de los montañeses. Los orcgluds acabaron con los que quedaban de ellos, otros huyeron y como consecuencia, su cultura ya se había perdido. Aquel pueblo ya no existía, y Dristan, en la forma de aquella estatua, era el único recuerdo que quedaba de ellos.

En su recorrer en busca del dragón, Dristan McKeltar había dado con la figura del elfo Quinos, amo del dragón nimio, y ambos habían hablado, justo antes de que Drsitan se convirtiera en piedra. Según le contó a Lyda, el guerrero de las altas montañas le dijo al dragón que ya había escuchado la voz, y que le había hecho la promesa. El dragón nimio le dijo entonces que ya estaba perdido, pero que a Dristan no le importó, pues con su promesa se había asegurado la gloria, y el recuerdo...

Cuando se marchó, y se encontraba en el lugar donde estaban Lyda y el dragón nimio hablando, apareció el Dragón Dorado, y se dispuso a combatirle. Pero justo en el momento en que se iban a enfrentar, Dristan se transformó en la estatua de piedra que era ahora...

Así había sido. Aquella era la historia de Dristan McKeltar. El dragón dudaba si habría logrado su empresa, pues derrotar al gran dragón era un mérito digno de un gran guerrero, a pesar de que Dristan le había parecido muy valeroso y diestro. Pero, según se contaba, Mëryl, el Dragón Dorado, se había enfrentado a los dioses y había sobrevivido a su ira...



Éste es el capítulo IV del cuento de Lyda de Lis.
También he terminado el capítulo III, por título El dragón nimio, pero me faltán unos retoques que no me permiten aun mostrároslo!!
Pero en resumen, viene a contar cómo Lyda da con la estatua de Dristan.
Allí será un dragón nimio quien le cuente esta historia.

He decidido, además, añadir un nuevo episodio, el que será el V, con el título
El sueño de la estatua.

Pronto os enseño más!!




Estos días estoy trabajando en la inscripción del registro de propiedad intelectual.
Esta obra ya está inscrita:
Safe Creative #0908034193029