30 de junio de 2009

Mensaje con el sol

Adoro cuando te conviertes en sueño, para que ambos soñemos juntos.
Me encanta cómo me acaricias cuando, en forma de hada, me haces el amor soñando.
Me vuelves loco cada vez que vienes y me tocas, y me duele cuando te alejas.
No sé bien qué eres, salvo mi salvación en esta eternidad de condena.
Ruego al sol que te lleve mi lamento, que te apiades de mí, y que vuelvas a abrazarme...







Mensaje que el sol entregó a Lyda,
de parte de Dristan McKeltar, convertido en piedra...

25 de junio de 2009

Diblitz, el chamán goblin, y el Collar de Dominación de Dvalon




Todo estaba en completo silencio. Desde los arbustos secos y retorcidos se vía la torre solitaria. No era más que un puesto de avanzada, el primer territorio que los pielesverdes conquistarían a los elfos, en una maniobra táctica que dejaba mucho que desear. Los orcos, a su estilo, habían avisado que venían, en lugar de aprovechar una ventaja que habría sido de gran ayuda, y es que así se aseguraban una buena pelea. Diblitz, el chamán goblin, se haría con la torre vigía y regresaría con las cabezas de los elfos que encontrara ensartados en su lanza. Ese sería el mejor báculo de hechicero. Sólo tenía que lanzar un conjuro después sobre aquellas cabezas podridas y alcanzaría gran poder. Levantó una mano, indicando a dos de sus muchachos que batieran el terreno. Los más cercanos sonrieron, agradecidos por el honor, y con sus arcos en mano saltaron de los arbustos y corrieron hacia la torre. Al verlos acercarse, Diblitz pensó que cuando las cabezas que ensartara en su lanza se pudrieran, debería ir renovándolas, y disfrutó con la imagen mental, de sí mismo presionando los cráneos elfos para atravesarlos con la punta de metal de su báculo-lanza.

Los dos goblins, llegaron hasta el pie de la torre, sin ver a un alma, y miraron atrás. Uno se encogió de hombros, doblando la cabeza, y el otro hizo la seña de despejado. Después, el grupo salió de los matorrales resecos y se acercó. Diblitz se temió que los elfos, muertos de miedo, hubieran abandonado la torre a su suerte... Mientras, uno de aquellos dos, se acercó a la puerta de entrada a la torre, y la abrió con facilidad. El chamán lo vio internarse en la oscuridad, seguido del compañero, y después, cerrarse de un portazo. Todo el grupo se detuvo. Los dos goblins se perdieron en el interior. Los demás se miraron, y al poco, continuaron.

El chamán comenzó a pronunciar una palabras que ninguno entendió, sintiendo la magia en las yemas de los dedos. Debían ser una veintena, además de cinco guerreros goblins motados en arañas gigantes. Éstos, se acercaron más rápido, desde el flanco oriental, montando aquellas horrendas criaturas. Una de las bestias, de un salto, se encaramó a uno de los muros de la torre, y trepó hasta arriba. Fue entonces cuando un silbido rompió el silencio, y aquel guerrero goblin que montaba a la araña, cayó al suelo desde lo alto, con una flecha clavada en la cara. La araña se encabritó, y comenzó la pelea. Allá a lo alto varios elfos oscuros saltaron sobre la bestia y una lluvia de flechas derribó al menos a ocho goblins a pie. Diblitz sonrió, ahí estaban los elfos, escondidos como ratas, esperando, y entonces lanzó su conjuro, una masa de energía verde salió de sus manos, dirección a ala torre. La explosión en lo alto hizo volar a la araña, a otra que ya había trepado, y a algunos de los elfos. Tres cuerpos cayeron inertes, pero dos, como felinos, aterrizaron y saltaron armados con cuchillos. Los que iban a pie se lanzaron encima de ellos, y el combate fue breve, pero bellísimo. Varios bailes de cuchillos curvos, y cinco goblins cayeron. Un brazo verde fue a parar junto a Diblitz, que ya pronunciaba de nuevo aquellas palabras. Sólo le quedaban la mitad de sus hombres, y aquellos elfos acabaron con otros dos cuando la masa de magia surgió de sus manos una vez más. Un elfo cayó muerto. Dos arañas se tiraron por el que quedaba y acabaron con él, pero ya estaban hasta el cuello, y aquello acabaría en masacre. La puerta se abrió, y de dentro, tres elfos oscuros aparecieron, sin detenerse a mirar. Rebanaron pronto alguna vida goblin, mientras uno, el que vestía de dorado, corrió saltando primero sobre una de las arañas, matando a jinete y a bestia, para dirigirse al chamán. Éste se puso nervioso, y apunto estuvo de huir, pero el siguiente hechizo ya estaba surgiendo, y lo lanzó. La masa verde se estrelló contra la torre, reduciéndola a escombros, cuando el elfo la esquivó. Parecía que volaba, y al chamán no le dio tiempo a nada más. Cuando se quiso dar cuenta estaba en el suelo, con el elfo encima, y dos cuchillos manchados de sangre verde en el cuello. Miró alrededor y ni uno de sus hombres quedaba, salvo una araña que daba muerte a uno de los elfos. Nada podía hacer, pronunció unas palabras mágicas, cuando el otro le dio un golpe con al culata del cuchillo derecho. Se le llenó al boca de sangre y no pudo pronunciar ni una más. Tras ellos, la araña caía ensartada por varias flechas. Todo había acabado ahí, y Diblitz se preparó para morir.

Cuando los guerreros elfos oscuros se acercaron, el que los gobernaba se levantó, y le dio la espalda dejándolo ahí tirado. ¡Lo iban a dejar vivir!

- Ponedle el collar. Nos lo llevamos.- Dijo el elfo al alejarse hacia sus caídos.

Entonces dos se acercaron, pero el chamán ni forcejeó. A su cuello le colgaron un collar plateado, cuyas anillas parecían hechas de absoluta armonía... Se le fue nublando la vista, hasta perder la consciencia. Y todo se desvaneció para Diblitz sin alcanzar a darse cuenta que a veces era mejor morir en combate...




Esta es la continuación al trasfondo de la campaña de warhammer que jugaremos este verano: El Día de la Sangre. La primera parte la podéis leer aquí. Pronto el desenlace, listo para que la campaña sea jugada, entre Joey y yo, él cn elfos oscuros, y yo con orcos y goblins.

Es una pena que tengamos que esperar a agosto para jugar, pero para entonces ya voy preparando esto, ansioso por la batalla...

23 de junio de 2009

Mapa del Día de la Sangre

Tras la ausencia, por la que ruego disculpas, y es que el final de curso está siendo intenso, regreso con la campaña de warhammer que estábamos preparando para este verano.

Os vengo a presentar el mapa de campaña, que me ha quedado un tanto cutre, pues lo he hecho con el editor de mapas del Herores of Migh and Magic II, y no permite imprimir pantalla desde su aplicación, y claro, me las he visto y revisto para lograr lo que os muestro...
En todo caso, gracias al bichejo que me ha ayudado, este es el resultado.




Además, mostraros la página de la campaña, con las reglas, los territorios, etc:





En breve terminaré el trasfondo, que lo pondré aquí, en el blog. Para recordar, comenzó aquí.
Además de añadir lo acontecido en esta guerra en la historia de Mi Mundo.

Bueno, pronto vuelvo con más, que ahora empezaré a estar mejor de tiempo.
Saludos!
Darka.

8 de junio de 2009

La Voz del Demonio II

Continua de: La Voz del Demonio I


(...)


Lyda, acudo a ti porque ambos tenemos un anhelo por conseguir, porque los dos queremos algo prohibido. Algo inaccesible.- La voz calló un segundo, para continuar.- Esa impotencia, es lo que nos une, Lyda de Lis…- A medida que Lyda fue formulando sus interrogantes en su cabeza, el demonio los fue respondiendo. La voz le aterraba, pero al mismo tiempo no le amenazaba. El miedo nunca desapareció, pero cada palabra que escuchaba en la oscuridad le acercaba más a la feroz criatura. - Lyda, yo puedo hacer que logres cualquier deseo. Mi alimento es mi secreto, mi codicia los anhelos mortales, mi conexión con el mundo la impotencia de las personas… Si me ayudas, yo puedo ayudarte. Cumplir el mayor deseo de un cualquiera siempre es tarea sencilla para mí, y el precio siempre es alto. En tu caso, Lyda, necesito de ti más de lo que cualquier otro podría darme…- Lyda no puedo evitar sentirse intrigada, y él lo supo.- Yo te ofrezco la eternidad con él. Y a cambio sólo has de liberarme de mis necesidades… El guerrero que te espera en forma de piedra, ya hizo un pacto conmigo. En mi mano está liberarlo. Sólo has de hacer cuanto necesito de ti.- Lyda dejó escapar en su mente un pensamiento arriesgado.- Debes liberarme en el mundo, Lyda. Debes hallar la forma de traerme a tu mundo. Cuando esté ahí, podré hacer que estés con el guerrero de las montañas altas para siempre. En mi mano está liberarlo. Y en tu mano liberarme a mí. Cumple esta promesa, y yo cumpliré con mi parte…

Ambas mentes permanecieron un instante infinito en silencio, negociando, calculando consecuencias, aceptando y rechazando deseos incontrolables, hasta que Lyda formuló un pensamiento en positivo. Aquello selló el trato en la bruja y el demonio. Sólo tenía que lograr invocarlo en el mundo, y podría estar con el guerrero al que ya amaba, tanto, como para firmar sobre su vida con el demonio…

Sellado el trato, la voz no volvió a sonar en su mente… Entonces la vela se encendió, devolviendo la luz a la estancia. Lyda se encontró tendida en la cama, sudando y bien despierta. Aquella noche no volvería a dormir. Todo había sido real, o no. En sueños o en la realidad, había hecho un trato con el demonio que pensaba cumplir. Se levantó de la cama y caminó hasta la vela. Se quedó observándola un rato, largos minutos que se consumieron como la cera, desvaneciéndose en el aire. De pronto, lanzó un soplido que lo dejó todo a oscuras. Regresó a la cama y quedó pensativa, hasta que las primeras luces del alba, horas después, aparecieran en su bosque, en su casa, y en su vida… Nada sería igual desde aquella noche.


La Voz del Demonio
Lyda de Lis. Historia de una Estatua de Piedra
Darka Treake

3 de junio de 2009

La Voz del Demonio I

Lyda escuchó una voz en sueños que le llamaba. Escuchó claramente su nombre, donde no alcanzaba a ver absolutamente nada. Una sola palabra repetida, desde una garganta profunda y áspera, invisible: Lyda, Lyda, Lyda. Una vez más, la bruja se despertó en la noche. Estaba en su habitación, tumbada en su lecho, bocarriba y medio tapada. La vela seguía encendida, pero titilaba como mecida por una brisa inexistente. Entonces, escuchó la voz otra vez: Lyda… Sólo que esta vez no soñaba. La vela bailó ágilmente, para apagarse al instante. Todo quedó a oscuras, y Lyda casi siente parársele el cuerpo, el corazón, y la vida.

- Lyda…- Aquella voz la mantuvo paralizada un rato. Estaba segura de escucharla. Estaba segura de estar despierta. Estaba segura de estar en su cama y de estar escuchando su nombre. Y lo peor de todo… Estaba segura de estar sola en su casa.- Lyda…- Otra vez. Ella dejó de respirar. No veía nada, sólo sentía el contacto con las sábanas, su corazón latir a punto de salírsele del pecho, y su cuerpo paralizado del horror.- No temes a la oscuridad, Lyda…- Aquello ya era imposible. La voz articuló esas cuatro palabras, desde una garganta que no existía, entonando con cuerdas vocales imposibles.- Me temes a mí… Siempre lo has hecho. Siempre has sabido que acecho en la oscuridad, me escondo entre tus miedos, ante tus ojos cuando no puedes ver… Y aunque has intentado huir de mí, te he alcanzado.

Lyda no podía hablar, no moverse ni hacer nada, salvo mantenerse con vida ante ese terror que la empujaba a salir huyendo de su propio cuerpo, de aquel momento, incluso a enfrentarse a la muerte por escapar de esa voz infernal. Deseó poder abrir la boca, pero sus labios no respondieron. Pronunció mentalmente, sin vocalizar:- ¿Quién eres?

- Ya conoces mi nombre, aquél con el que me llaman algunos. Tengo múltiples y a la vez ninguno. Para ti soy el miedo, y la impotencia… Me conoces desde siempre, me has escuchado sin verme, y siempre te he acompañado en la oscuridad…- La voz respondió a ésta y tantas preguntas como Lyda se formuló en la cabeza. Y ella se imaginó dos alternativas, o había perdido la cordura, o era un demonio que habitaba en sus sueños más remotos.- La cordura te acompaña, como este momento, que es real. Cierto es que en tu cultura me llamarían demonio, pero las connotaciones temerosas que el sólo concepto provocan no nos ayudarán en este intercambio de intenciones… En todo caso, esa es tu respuesta, soy un demonio esperando a poder nacer, sabiendo que jamás lo lograré…- La voz pareció apenada, incluso, dentro de lo horrenda que sonaba en aquel momento imposible.