25 de marzo de 2007

El castillo al que no había forma de llegar

Érase una vez un castillo al que no había forma de llegar. Había muchos caminos hacía él, allá elevado en la colina al pie del pantano, pero ninguno llegaba hasta su destino. No, no había forma de llegar. Pero a pesar de ello, había quién lo había conseguido. No muchos, claro que no, pues como digo, no había forma de llegar a él.

Los pocos que lo habían conseguido, contados con pocos dedos, no pueden ser nombrados, pues el secreto debe permanecer así, silenciado. Pero ellos estuvieron allí. Al llegar vieron que el castillo estaba derruido.

Era algo muy extraño. El castillo podía ser divisado a gran distancia, allá en lo alto de la colina, y también ser visto desde abajo, entre los escarpados acantilados, desde el pantano de aguas verdosas. Y siempre, desde allá lejos, parecía un formidable bastión, un castillo digno de un gran señor.

Pero al llegar, algunos se desilusionaban, al encontrarlo por completo en ruinas. Tan sólo quedaba en pie la torre del homenaje, y algunas estancias inferiores. Nada más, y en fatal estado.

¿Por qué sería eso? Nadie, ninguno de los pocos que habían logrado encontrar el castillo, comprendían aquello. Nadie sabía por qué, desde lejos parecía formidable, y al llegar no eran más que unas ruinas olvidadas.

Al parecer, entre los pocos que llegaron hasta aquellas ruinas del antiguo castillo, hubo dos que ya jamás regresaron. Ambos acudieron allí juntos, escapando de sus propias realidades, y esto es tan sólo una leyenda, se dice que sí, que se quedaron.

Durante todo el tiempo que allí estuvieron, hasta el fin de sus días, nadie logró encontrar el castillo, y allí vivieron juntos, los dos solos. Ella era una princesa elfa, cuyo nombre está escrito en los anales del tiempo, por pertenecer a una de las más altas estirpes de los elfos. Él era un marinero sin rumbo fijo, que al parecer, navegando río arriba desde el gran estrecho, había encontrado el pantano. De allí había visto el castillo, y con él se obsesionó hasta encontrarlo.

Ocho largos años... Ocho años buscando el castillo pasaron los dos, y al final dieron con él. Y ahí estaba, por sorpresa aunque sin decepción, hecho una ruina. Pero eso no les importó. Ellos dos se quedaron, y allí nadie los molestó...




El castillo al que no había forma de llegar
Memorias Olvidadas
Darka Treake

10 comentarios:

Ailën dijo...

Qué bonito...
Yo también estoy tratando de llegar a un castillo así para, si es posible, reconstruirlo o, en caso de que no se pueda reconstruir, hacerle compañía durante el tiempo necesaro. El problema es que a ese castillo le resulta muymuymuy difícl enseñar el único camino que existe para llegar a él.
Porque, aunque parezca mentira, siempre siempre siempre hay un camino.
El secreto está en saber encontrarlo.

Besos!!!

Darka Treake dijo...

Siempre lo hay Ailën... y sí, sólo hay que encontrarlo.
Si como dices, tu castillo no quiere enseñarte su camino, o como menos, le reuslta dificil, pues ten paciencia, y sigue buscando... Al final siempre aparece.

mucha suerte en tu búsqueda.

1bsito,
Darka.

___________________ dijo...

Qu estructura de cuento tan lograda. Me ha gustado, pero me he quedado con la sensación de que la princesa y el marinero tienen mucha más historia.

Un saludo.

Roc dijo...

Parece que has descrito el castillo del lugar donde vivo ahora con mi particular "marinero".No imaginas lo que te acercas a mi realidad con tu relato.
Espero que cuentes más historias de la princesa y el marinero y que yo siga viéndome reflejada en tus palabras.
Besitos de alegre primavera para tí.

Malena dijo...

Tu cuento me ha recordado irremediablemente a un fragmento de mi poema favorito "La estrella que brilla más lejana nos parece que tiene más reflejos". Y es que, a veces, cuando llegas a ese castillo al que tanto te ha costado llegar, te das cuenta de que simplemente no mereció la pena tanto esfuerzo. (sólo a veces, por suerte... hoy tengo un día raro, lo siento).

Precioso cuento, mi enhorabuena por él.

Un saludo.

Carabiru dijo...

Me encanta!
Tan lleno de interrogantes.
Genial!

Salu2

Queralt. dijo...

Si, qué bonito.
Qué de metáforas de la vida...
Lo malo es, cuando el castillito se desmorona sobre tí... uyyyyyy que pupa maaaaaaaaaaammma mia... Y lo de la visión perfecta en la lejanía, es lo más... muy bueno.
Gracias.

Besos y cerezas en una cesta llena.

Queralt.

Oski dijo...

Quizás porque lo más interesante de todo era disfrutar con la búsqueda de un camino que condujera al castillo que el propio castillo en realidad.

Buen relato. Un abrazo!

Ricardo dijo...

Podría contar algunas cosas, pero tu y yo sabemos que los secretos...son eso: lo que no se puede contar.

Bello viaje al que llevas al lector.

Abrazos desde estos parajes americanos

ninive dijo...

Tan dificil como llegar al castillo se me hizo vencer todo aquello que me impedía leeros pero finalmente estoy en marcha! Impregnado tu relato de la esencia de los cuentos nos llevas a traves de su narración por senderos de leyendas que ayudan a entender la realidad. No son las ruinas sino el hecho en si de haber llegado, de haberlo encontrado lo importante, lo que le hace mágico.
Un abrazo! Me fascinó.

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