7 de marzo de 2009

La advertencia del hombre extraño III

Por fin vengo a hablaros de Lyda de Lis, Historia de una Estatua de Piedra. Es un cuento que vengo escribiendo desde este verano, muy especial para mí. Este capítulo, que por fin he terminado, comenzó llamándose Lyda y el Extraño Hombre, pero al final se llamará La advertencia del hombre extraño.

Si recordáis, publiqué en el blog la primera (27 de noviembre) y la segunda (2 de diciembre) parte. Con esta tercera lo termino.
Es el capítulo tercero del cuento.


Podéis descargarlo completo aquí:




(...)

- ¿Pensáis que la bruja podrá convertiros en un sólo hombre? ¿Eso buscáis?- Dijo Lyda.

- ¿Conoces a la bruja?- Minior recapacitó.- No. Nuestra intención es hallar un disfraz que nos permita huir de nuestro amo. Y ella tal vez pueda ayudarnos.

Lyda calló un momento, pensando.- Tal vez pueda ayudaros.- Asintió, y sonrió.- Pero a cambio de qué, pensáis que la bruja querrá ayudaros?

- No sabemos qué ofrecer, salvo desesperación y lástima.- Inquirió Minior.

- Entonces tendréis que convencerla.- Y se rió.- Y a veces es difícil de convencer…

- ¿Nos dirás cómo encontrarla?- Saltó el enano barbudo.- ¿Nos ayudarás a convencerla?

El fornido hombre pelirrojo rio entonces con una larga carcajada. Hasta que terminó sonriendo ante la cara perpleja de los tres enanos.- Ya la habéis encontrado. Tenéis ante vosotros a la bruja que buscáis. Y no, no os ayudaré a convencerme.- Quedó tan sonriente el hombre.

- Eres tú… ¿La bruja que cambia las cosas?- La voz de Minior sonó hasta perderse, fueron palabras escapando del pensamiento.

Lyda asintió.- Como vosotros, yo también me oculto bajo un disfraz. En los días que corren, la precaución siempre es buena ventaja.- Se encogió de hombros.- ¿Pero decidme, cuán malo ha sido con vosotros vuestro amo para que queráis huir de él?

- ¡No castiga!- Dijo de pronto Antälor, el que aun no había hablado. Su voz era más aguda que la de los otros dos enanos, se le veía más triste.- Nos maltrata. Terminó.

- Nos hace ir cargando con él a cuestas. ¡A todos lados!- Dijo de seguido Travir, aun desde la silla.- Donde quiera que vaya el viejo, tenemos que ir cargando con su asqueroso cuerpo.

Minior no dijo nada al principio, y cuando comenzó a ver la cara de Lyda cambiar, entonces habló.- Necesitamos que nos ayudes a encontrar un disfraz, para escapar de ese hombre, que nos tiene presos desde hace años. Nos obliga a llevar a cabo trabajos forzados. Vivimos encadenados a su carruaje, en el que vive, y somos los que cargamos con él. Ahora hemos escapado.

- Se montó una buena…- Interrumpió Travir a Minior riéndose.

Éste asintió, mirándolo.- En cuanto nos libramos de los grilletes vinimos a buscarte.- Dijo tajante.

- ¿Por qué a mí?- Respondió Lyda.

- Porque eres una bruja de la magia mutable.- Dijo ahora Antälor con su voz aguda.- Hemos venido hasta aquí buscándote. Él sabe que estás aquí, también te necesita.- Calló un segundo.- Eso podemos darte a cambio de tu favor: la advertencia. Huye, como nosotros huimos de él, pues si te encuentra, conseguirá de ti lo que necesita.

- Pero, ¿quién es vuestro amo? ¿Quién podría ser así?- Lyda se emocionó tanto, que casi pierde la concentración del hechizo, pero logró mantenerlo.

- Su nombre es Murtagh, aunque lo llaman el Señor Caracol.- Le contestó Minior.- Es un viejo arruinado, vil y cruel, que ha encontrado la manera de preservar su vida. Ni siquiera nosotros sabemos cuántos años puede tener. Vive de vagar de aquí a allá, y nosotros cargando con él y su casa. Se alimenta del miedo, y aspira a destruir el mundo…

- Maldito degenrado…- Soltó Travir.

- ¿No sabéis su edad?- Preguntó intrigada Lyda.- ¿Cómo lo hace? ¿Conocéis su secreto, cómo salvarse de la muerte?

Los tres se miraron.- No exactamente. Y no te gustaría averiguarlo, créenos.- Le dijo Minior.

- Sorpréndeme.

- De verdad que no lo sabemos. Después de ver su cuerpo, y no hemos querido saberlo. Él es un escuálido cuerpo, inerte, inmóvil. Por ello siempre en su carromato, pero su mente sigue lúcida, y sólo desea el mal. Vive sin poder separarse de esos frascos repugnantes, en los que guarda sus órganos. Ahí es donde los mantiene vivos… Es asqueroso.

- Debe serlo.- Terminó Lyda.- Esta bien, os ayudaré a escapar de él, por supuesto. Decidme, ¿en qué os gustaría transformaros?

Ellos sonrieron, al fin, y arrugando sus rostros viejos y cansados, se miraron pensando.

- Antes de decidirlo, sabed que la magia mutable es peligrosa, y tiene sus consecuencias. Debería ser un conjuro sencillo, o correríais el riesgo de quedar así para siempre… Bueno, siempre existe ese riesgo, creo.- Y se encogió de hombros el hombre fornido.- El conjuro duraría hasta esta medianoche.

- A medianoche estaremos tan lejos, que ese viejo amargado no dará con nuestras formas originales. Te lo agradecemos.

- Siempre querido ser un elefante.- Dijo Travir casi para sí, interrumpiendo otra vez a Miinior.

- No. La idea del elefante es tentadora, estoy segura,- Dijo el hombre.- pero si vuestra intención es provocar violencia con su fuerza, no puedo permitíroslo. Os ayudaré, pero sólo a huir de él.

- Aves.- Dijo seco Antälor.- Conviértenos en aves hasta la medianoche y podremos huir para siempre.

- Aves… Sí, me gusta la idea. Creo que sería posible… Venid conmigo.

Lyda dirigió a los tres enanos a su jardín. Allí les explicó lo que significaba mutar la forma, les habló de los riesgos y de las consecuencias. Pero ellos dijeron temer tanto al Señor Caracol, que correrían el riesgo. Entonces Lyda, tras ofrecerles un vaso de agua de su fuente, se despidió de ellos, les advirtió por última vez de que el hechizo duraría hasta la medianoche, y comenzó a concentrarse. Ellos le hablaron durante unos minutos, pero ella ya no les escuchaba, hasta que empezaron a sentir la magia mutable… Su garganta se mudó. Y sintieron sus labios, nariz y barbilla convertirse en un tremendo pico amarillento. Sus barbas menguaron hasta ser un bello que brotó de nuevo, en un tono marrón, que se convirtió en vigorosa plumaje. Sus piernas se arrugaron, hasta agarrotarse quedando unas patas con pezuñas. Y sus brazos crecieron y crecieron, mutando en unas alas enormes. Y cuando los cuerpos de los tres enanos eran tres águilas, echaron a volar hacia el horizonte más lejano...





La advertencia del hombre extraño
Capítulo III de Lyda de Lis.
Memorias Olvidadas
Darka Treake
www.modt.net

2 comentarios:

Lyda de Lost dijo...

Me encantas.

Me encantan tus ojos, me encanta verte sonreir, me encanta tu pelo, me encanta tu nariz, me encanta cuando me das la mano por la calle, me encanta verte dormir, me encanta cuando me abrazas, me encanta que me cantes, me encanta tu sentido del humor, me encanta despertarme, ver que estas a mi lado y despertarte a besos... Me encanta tu compañía..

Pero lo que más me encanta es venir aqui y leerte.


Me encantas TÚ. Y Te Quiero. Mucho.

Favole dijo...

Esto... Qué bonito... Vaya peazo mujer tienes al lado, querubín. Más vale que te portes bien y no la líes, aunque,leyendo lo que leo, veo que de momento te comportas...:P

¡Ya está la foto subida en mi blog! xDDD

Un besote enorme a ambos :D


M.

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