21 de agosto de 2011

La luz a mediodía

En la costa de una de las incontables islas del Mar de Pridonia, existe un castillo en ruinas del que dicen estar encantado. Antaño fue un fuerte defensivo, a la entrada de una bahía resguardada, pero olvidada ya tras aquella guerra odiosa, ahora yacía arruinado, dejando pasar el tiempo sobre el acantilado… Decíase encantado porque en el centro del viejo patio de armas, ahora cubierto de césped y matojos, había un pozo, que habían sellado con unas rejas. Ocurría que a medio día una luz brotaba del fondo del agua del pozo, y a todos tenía maravillado.

Al cargo del castillo en ruinas había un matrimonio, una pareja que, herederos de una vieja fortuna ya gastada por antepasados, se consolaban con cuidar las ruinas de lo que debería haber sido suyo. Él era un hombre bueno, que trabajaba por cuidar aquél lugar que amaba, pero ella era diferente. Diferente a todos los demás. Su mujer pensaba que todavía era una niña, y sin saber su edad real, ni importarle, seguía actuando como una niña. Él la amaba, e incapaz de hacerle entender que era una mujer adulta, había terminado por seguirle el juego, lo que significaba aceptarla tal y como era…

Ella vivía en aquel arruinado castillo jugando por los prados que habían crecido entre murallas y torres derruidas, corriendo de aquí para allá, cazando insectos o saltando a la comba, pero nunca se acercaba al pozo. Le daba mucho miedo aquel agujero negro, que de pronto emanaba una luz tan pura… Su marido, para tranquilizarla, le había dicho que ahí abajo había una sirena, que nadando se había colado por las cuevas submarinas del acantilado, y se había perdido entre las cavernas. Así vivía ahí debajo, y era ella quien proyectaba la luz, para pedir ayuda… Ella cuando lo supo se enfadó mucho, porque no entendía cómo él, sabiéndolo, no había ayudado a la sirena. Pero él la convenció de que a la sirena le gustaba aquel lugar, y que allí estaba bien…

Ella jamás se acercaba al pozo, pero realmente le encantaría ayudar a la sirena. Así que una buena mañana, en que el sol radiante se elevaba en el oriente, tras las montañas cubiertas de bosque, ella se decidió a hacer algo por la sirena. Pensó que a lo mejor, si hacía señas de luz era porque tenía hambre, y no porque quisiera salir, así que se lanzó a la caza de alguna presa para la sirena.

Pasó toda la mañana tratando de atrapar una libélula de color rojo y alas de gran envergadura, que al final terminó en un saco. Ella agotada, se sentó junto al pozo, y se asomó, pero sólo vio agua reflejándola sobre un fondo color celeste.- ¡Hola!- Gritó, pero nada cambió.- He venido a traerte algo de comer…- Dijo más bajo. Entonces abrió el saquito, y la libélula, medio muerta, flotó en el aire, cayendo al agua incapaz de retomar el vuelo. Y ella, que la vio caer desfallecida se sintió realmente culpable de su muerte, y pensó que no podía permitirlo. Encontraría otra cosa para alimentar a la sirena.

Echó a correr hacia las únicas estancias del castillo que habían sido conservadas, y donde ellos vivían, y allí buscó en el cajón de las llaves de su marido. No sabía cuál era la llave que abría la reja del pozo, pero sabía que si existía, tenía que estar en el cajón de las llaves. Así que cogió un buen puñado de ellas, y cargándolas en la falda de su vestido echó a correr de vuelta al pozo... Cuando llegó allí, se asomó con cuidado y vio a la libélula, aun debatiéndose entre ahogarse o sobrevivir. Así que comenzó a probar llaves para tratar de abrir aquel candado. Probó al menos una docena, cuando al fin dio con la que lo abría. La reja resonó contra el suelo al otro lado, y ella se agarró al pequeño bordillo. Allí abajo la libélula aun flotaba con vida, produciendo ondas sobre la superficie de aquel espejo, al que ya se había asomado el sol. Y no había ni rastro de la sirena.

Entonces algo ocurrió ahí abajo. Del fondo del pozo, debajo del agua, comenzó a brotar una luz brillante hacia arriba que la deslumbró por completo. Fue como un haz de luz que surgió proyectado hacia ella, y perdió el equilibrio, la noción del tiempo, y la orientación por completo.

Al instante se despertó, con el golpe al caer al agua. Al darse cuenta se puso muy nerviosa. ¡Se había caído al pozo! Empezó a nadar, ahora temiendo por su vida, pensando que aquello le pasaba por haber lanzado a la libélula para alimentar a la sirena... ¿Qué sería de la sirena?

Estuvo bastante tiempo ahí, gritando sin que nadie la oyera, pues su marido estaba al otro lado del castillo arreglando unos tejados. Pasó un rato, y ella se fue tranquilizando, tratando de idear un modo de salir de allí. Entonces metió la cabeza bajo el agua, ¡y cuál fue su sorpresa al darse cuenta que había fondo! Según le había dicho su marido, allí abajo había una intrincada red de túneles, por los que se había perdido la sirena… Pero era mentira. En lugar de eso, había un fondo a poca profundidad con unas rocas y algo que parecía un… Espejo. Sí, aquello era un espejo. Entonces lo comprendió todo.

Su marido la había estado engañando toda su vida. Allí abajo no había ninguna sirena perdida entre las cuevas. Aquella luz no era más que el sol de medio día, reflejándose en aquel maldito espejo, que los tenía a todos maravillados. Entonces se dio cuenta de que había estado siempre engañada, de que no vivía en un castillo encantado, y de que ella no era una niña… Cuando salió a flote su mundo había cambiado, pero su situación era exactamente la misma, pues seguía en el fondo de aquel pozo.


FIN



Hoy ha sido un buen día. Iskandar, Cris y yo hemos ido en busca de la Torre de las Ánimas, que se halla cerca de Banyalbufar, un pueblito en la Serra de Tramuntana (Mallorca). Hemos ido porque Cris había escrito un cuentito ambientado en aquella torre, y queríamos conocerla. Ha sido un paseo bonito, y la torre es preciosa.
Después hemos ido a la playa de Banyalbufar, y hemos estado ahí un rato, bañandonos en aguas cristalinas y achicharrándonos con el sol abrasador... Hemos entrado a una cuava, y descubierto un castillo en el acantilado. Sí, sí, como suena... Ha sido divertido.
En el agua, nadando, les he propuesto un reto, que cada uno dijera un elemento y con todos ellos hicieramos cada uno cuento. La idea les ha gustado, y hemos terminando añadiéndo un montón de elementos en la historia, jeje.

Eran estos:
- una sirena
- un niña (que después fue un mujer, y terminamos dejándolo a libre elección)
- una luz que emanaba del agua
- una cueva
- un castillo en ruinas
- una libélula
- un bordillo (mejor no preguntéis, pero Cris lo sugirió)

Y nada, mi cuentito ha sido este, el que os dejo ahí arriba. Espero que os haya gustado!!!

Es para vosotros dos.
Espero veros pronto!!!!

Darka.

1 comentarios:

Cristina Puig dijo...

Darka muy buen relato, si señor, me ha gustado mucho. Lo del bordillo era coña ¿eh? XDD lo dije en broma. A ver si cuando volváis organizamos otra, lo pasé genial. Un saludote!

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