Como sabéis estoy trabajando (y se está alargando más de lo que me gustaría) en el Taller de Novela Fantástica: Creación de Mundos (o Worldbuilding), para la Escuela de Formación de Escritores. El temario del taller va a ser bastante completo, abordando aspectos muy interesantes al crear un mundo de fantasía: la cosmología, geografía, la historia, la mitología, el bestiario, el lenguaje, la ciencia, la magia y cómo desarrollar civilizaciones. Como estoy con eso en la cabeza (será para no pensar en la tesis, que la defiendo el próximo martes 21 de julio, glup!) se me ha ocurrido iniciar una serie de entradas, en las que pretendo hacer críticas de mundos literarios de otros autores, siempre desde el respeto, la objetividad y tratando de basarme en aspectos tanto literarios como de consistencia en la construcción de mundos. Llamaremos a esta serie Grietas en el Worldbuilding, y se encontrará dentro del apartado de Worldbuilding de este blog.
Y vamos a empezar haciendo una inmersión en Temerant, el mundo de fantasía creado por Patrick Rothfuss para su saga Crónicas del Asesino de Reyes, cuyo primer volumen fue El Nombre del Viento (2007), del cual hice una reseña, el segundo fue El temor de un hombre sabio (2011) y el tercero está por venir, y se titulará Las puertas de piedra. La serie, además, incluye un spin off llamado La música del silencio (2014). Y la crítica que le vamos a hacer es en torno a su calendario y a los ritmos que se utilizan para medir el tiempo. A lo largo de la narración el autor utiliza el “ciclo” (o “span” en la versión original en inglés) como unidad de medida de tiempo, y da por hecho que es comúnmente conocido por los lectores. Continuamente el autor habla de que transcurren “ciclos”, esperando que entendamos lo que significa, por ejemplo: “En la Universidad, el último ciclo de cada bimestre estaba reservado a los exámenes de admisión” (El Nombre del Viento, capítulo 49). Teniendo en cuenta que lo compara con un bimestre, entendemos que un ciclo es un periodo inferior a 2 meses, pero… ¿Alguno ha entendido cuánto duraba el periodo de exámenes? ¿Un ciclo lunar? ¿Una semana? ¿Un día?
Pues bien, en Temerant, un año tiene ocho meses, y cada mes se divide en cuatro ciclos, donde cada ciclo dura 11 días. Eso significa que al final de cada bimestre (que duraba 88 días, y no 60 como los nuestros) se dedicaban 11 días a los exámenes de admisión. Por supuesto, cualquier alumno de la Universidad de Imre habría entendido esto, pues habitan el Mundo de Temerant, pero ¿lo entendieron los millones de lectores que leían El Nombre del Viento? Recuerda, debes facilitar a tus lectores que se orienten temporalmente en tu Mundo Secundario.
Para completar esta crítica, os dejo este extracto del apartado Arco Histórico, del manual del Taller de Worldbuilding:
Sobre los Calendarios
Toda cultura tiene un calendario para organizar sus eventos, programar cultivos, festividades y ritos, por razones sociales, administrativas y comerciales, y en general para comunicarse en términos temporales. Manejar un calendario, para un cultura, es imprescindible, por ejemplo, para transmitir su historia. Toda cultura sigue un calendario, por rudimentario que sea. Éstos se organizan en función de diferentes sistemas, principalmente están relacionados con la Cosmología: las estaciones del año responden a la posición relativa del sol, y era imprescindible conocerlas y pronosticarlas para mantener un sistema ganadero y agricultor, o incluso para planificar campañas bélicas. Muchas civilizaciones usan, o han usado, el ciclo lunar para el calendario, que es similar, pero no igual al solar. Pueden ser explicados en función de acciones divinas, de hitos históricos (como el nacimiento de Jesucristo en el calendario cristiano), o de cualquier fenómeno importante. Un calendario debe tener dos elementos básicos: un hecho suficientemente importante como para marcar un antes y un después (un comienzo o cambio de era); y ciclos que nos permitan contar el paso el tiempo.
Podemos crear un solo calendario general para todas las civilizaciones de nuestro Mundo Secundario, o crear calendarios individuales para cada civilización. En cualquiera de ambos casos, hemos de explicar sus causas, consecuencias, y en qué se basan para medir el tiempo. Si utilizamos un único calendario, lo cual puede ser más práctico (aunque menos realista), debemos tener claro por qué razón solamente se usa un calendario en todo nuestro Mundo Secundario. Por ejemplo, en Europa (y en casi todo el mundo), se utiliza el Calendario Gregoriano, adoptado en el S. XVI por el Papa Gregorio XIII. Hasta entonces se utilizaba el Calendario Juliano, adoptado por Julio César en el S. I, y antes de éste, se usaba un calendario lunar. Fueron los egipcios quienes adoptaron un calendario solar para medir el tiempo, y el emperador romano debió imponerlo a partir de ellos. El Calendario Juliano situaba su comienzo con la fundación de la ciudad de Roma (en 753 a.C.), por tanto, cuando lo adoptó Julio César, los romanos aceptaron que habitaban en el S. VII de su era. No fue hasta el año 607 (S. XIII según el Calendario Juliano), que el Papa Bonifacio IV situó el inicio del calendario en el nacimiento de Cristo (momento en que los romanos pasaron de estar en el S. XIII al S. VII).
Por otro lado, una dimensión a tener en cuenta al crear un calendario, es determinar la duración de los ciclos: cuánto dura un mes, una estación o un año. Es, de hecho, muy importante tener clara la unidad de medida de estos ciclos: meses solares, lunares, o cualquier otro ritmo que sea importante para los habitantes de tu Mundo Secundario. Si lo deseas puedes además poner nombre a los meses del año o a las unidades que hayas elegido para medir los ciclos, y por tanto el paso del tiempo, pero ten cuidado después al utilizarlos en tus narraciones, pues tú puedes tener muy claro cuánto tiempo significa un periodo determinado (en Temerant, como hemos visto, un mes dura 44 días), pero si tus lectores no comprenden el sistema que has creado, difícilmente podrán seguirlo y orientarse temporalmente en él.
Hasta la próxima!
1 comentarios:
Muy interesante, quedo a la espera de futuras entregas ;-)
El tema de los calendarios es tan importante como fascinante, no solo por la medida de tiempo, sino por el substrato cultural que subyace bajo el concepto de la era por parte de cada pueblo.
Es muy curioso leer documentos medievales en los que figuran dos o tres dataciones diferentes en lugar de solo una. Actualmente todos nos regimos por el mismo criterio para la fecha cuando empieza el año y cual es el año 0, pero no siempre fué así.
El resultado es que en los documentos antguos vemos que hay quien cuenta los años desde el inicio del reinado del monarca de turno, desde la ascensión de María, desde la resurrección de Cristo, desde el nacimiento de Cristo, etc. Imagínate el lío a la hora de saber cuál es el año exacto de un pergamino cuando no sabes desde qué momento empiezan a contarlos!
Y ya que estamos divagando, permíteme un dato curioso: no te has preguntado nunca porqué el año no empieza con el nacimiento de cristo sino dia 1? Al fin y al cabo Cristo es un dios solar, y como tal su nacimiento, el solsticio de invierno, marca el renacer de la vida. Sin embargo el año empieza unos dias después... Porqué? La respuesta es tan simple como curiosa: en la costumbre judía se circuncidaba a los niños al cumplir ocho días, que son los que pasan entre navidad y año nuevo. El año, pues, no empieza con el nacimiento de Cristo, sino con su circuncisión, que es cuando se convierte en miembro de la comunidad judía.
No deja de ser curioso que, de entre todas las posibilidades que se barajaron (y usaron) durante toda la Edad Media, ganara ésta (dado el antisemitismo característico en la Iglesia Católica), y añade trasfondo y riqueza a un elemento tan cotidiano como la medida del tiempo.
En fin, no es más que un detalle, puesto que éste no es el lugar parahablar en profundidad sobre el tema. Simplemente espero con ello haber ayudado a ver la riqueza que puede contener la manera como mide el tiempo una civilizacion.
Un saludo!
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