2 de septiembre de 2008

Mircea, la Señora que guarda la entrada...

Una gatita saltó desde el peñasco internándose en la espesa niebla que cubria la garganta, creada milenios atrás en la falda del volcán. La gatita cayó en la cuenta de que todo estaba gris a su alrededor, y olfateó el aire, buscando la brisilla suave correr, y se dirigió en aquella dirección.
Era una extraña gata, cuyo pelamen era rojizo, un rojo ígneo, muy bonito y muy lacio, pero demasiado peculiar para tratarse de una gata de verdad...

Anduvo sigilosa entre la niebla, sorteando los helechos que se elevaban varios metros del suelo, entre los laurisivas y las rocas cubiertas de musgo. Aquel lugar parecía sacado de un cuento, si fuera real, no podría ser tan tenebroso... Pero la gata sabía bien lo que buscaba, y que allí lo encontraría.

Notó el cambio de presión, y la niebla clareó un poco, al ir descendiendo la garganta. La tierra era corrediza, arcillosa, en aquel lugar que tan pocas veces veía la luz directa del sol, pero con agilidad felina, fue descendiendo entre rocas y vegetación hasta dar con el circulo de piedras, al fondo del desfiladero.

Se trataba de un sitio muy silencioso, con aquel aire cargado, en el fondo de aquel lúgubre lugar, donde hacía tiempo que nadie se atrevía a ir. Y allí estaba ella, como le habían dicho que estaría.

- Hola Lyda de Lis, soy Mircea.- Dijo la mujer sentada en las rocas. Vestía una túnica gris que se confundía con la espesa niebla, y acariciaba con suavidad el musgo de las piedras en que se sentaba, disfrutando de su roce. Tenía el cabello gris también, muy largo, coronado con unas ramitas de laurisilva enrededadas, estaba descalza.

- Hola, Mircea, Señora que guarda la entrada. Venía buscándote.- Dijo la gatita roja.- Necesito que me ayudes. He de dar con aquel que habita el más allá, con el demonio que me ha robado lo que más añoro.

- Sé quién posee el alma de tu amante, Lyda, pero no será sencillo convencerle de que la libere... Aquel que vende su alma a un demonio, debe saber que la eternidad es un precio muy alto, a cambio de lo que ha pedido. Ten cuidado si estás planteándote cruzar esa puerta...

1 comentarios:

Lydia dijo...

¿Tú te crees que esto es normal?..

Este cuento se hace más de rogar que un capítulo de Oliver y Benji!...

jajajaja

Pero me gusta :)

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