¿Por qué la chica no sueña?
Por qué la chica no sueña?- Dijo la voz apagada bajo la máscara. Había sonado firme, irrumpiendo el silencio con decisión, aunque con la incertidumbre de que va dotada toda pregunta retórica.- No logro comprenderlo. Parece incapaz de soñar... ¿Qué es lo que va mal?- La macabra máscara se movió lentamente a un lado y a otro, con resignación expresa. Los puños del hombre que se ocultaba tras ella se cerraron con fuerza sobre el escritorio, donde algunas cartas que aun estaban por llegar esperaban al momento más preciso.- A este paso,- dijo- creo que no lo vamos a conseguir.- Los puños se apretaron aun más.- Tengo que encontrar el modo. Ella tiene que soñar...
- Vos lo lograreis, mi señor.- Su esbirro habló a su espalda, desde la oscuridad del otro lado de los aposentos.
- Sí... Lo sé. Sé que soñará... ¿Pero cuándo?- La voz tras la máscara calló un momento.- No sé cómo lo voy a lograr... Pero sé que ella soñará.
- Señor, vamos por el buen camino. Creo que pronto lo conseguiremos.- El tremendo orco se apoyaba sobre la puerta cerrada, sin atreverse a dar un paso hacia su amo. Éste, frente a él, continuaba sentado en su escritorio, de espaldas al esbirro.
- L’Caor, tenemos que conseguirlo. Ya sabes cuán importante es.
- Hacedme caso, señor. Las cosas están yendo bien así. Pronto lo conseguiréis. Y entonces llegará la Llorona.- Las palabras guturales del orco resonaron por todo el aposento, y la máscara del viejo sentado al escritorio se elevó, como atisbando la esperanza.- Con ella aquí será todo diferente.
Entonces una carcajada apagada salió de debajo de la máscara, y los puños de aquel hombre se relajaron sobre la mesa.
- Ella soñará...
Y bajo la máscara, sin que nadie lo supiera, apareció una sonrisa malvada.
- Vos lo lograreis, mi señor.- Su esbirro habló a su espalda, desde la oscuridad del otro lado de los aposentos.
- Sí... Lo sé. Sé que soñará... ¿Pero cuándo?- La voz tras la máscara calló un momento.- No sé cómo lo voy a lograr... Pero sé que ella soñará.
- Señor, vamos por el buen camino. Creo que pronto lo conseguiremos.- El tremendo orco se apoyaba sobre la puerta cerrada, sin atreverse a dar un paso hacia su amo. Éste, frente a él, continuaba sentado en su escritorio, de espaldas al esbirro.
- L’Caor, tenemos que conseguirlo. Ya sabes cuán importante es.
- Hacedme caso, señor. Las cosas están yendo bien así. Pronto lo conseguiréis. Y entonces llegará la Llorona.- Las palabras guturales del orco resonaron por todo el aposento, y la máscara del viejo sentado al escritorio se elevó, como atisbando la esperanza.- Con ella aquí será todo diferente.
Entonces una carcajada apagada salió de debajo de la máscara, y los puños de aquel hombre se relajaron sobre la mesa.
- Ella soñará...
Y bajo la máscara, sin que nadie lo supiera, apareció una sonrisa malvada.
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