7 de diciembre de 2006

La Torre de Teth Nolin. 04.58 horas.

Cuatro de los diez más valientes de Düredar


Los cuatro hombres llegaron frente a la torre. Era increíble. Esa altísima torre estaba ahí, en mitad del desierto, en mitad de la nada. Torre solitaria, perdida en la inmensidad de aquel árido lugar, donde siempre era de noche. Siempre. Los cuatro permanecieron frente a una gran puerta, a cierta distancia, como por precaución. Y es que imponía, ahí, de repente, ella sola, altísima. La habían encontrado por casualidad. A lo lejos, habían visto una luz, brillante, que habían creído al principio una de las incontables estrellas del cielo. De aquel cielo nocturno y perpetuo. Y es que resultaba que en lo alto de la torre había una gran roca, puntiaguda, como incrustada, apuntando al cielo. Una roca que brillaba en la noche. Los cuatro, al verla desde lejos, perdidos como estaban en la inmensidad de aquel desierto, habían decidido acercarse, seguir aquella luz que no se movía, pues ya no sabían a dónde ir. Imagínese el lector un lugar donde el horizonte es tan plano como la tierra que pisas, y que nada hay a parte de ese suelo seco a la redonda. Nada. Absolutamente nada.

La desesperación había hecho mella en ellos. De diez que eran, tan sólo quedaban cuatro. Cuatro de los diez más valientes de Düredar. Aquéllos que hubieron partido de Düredar, tanto tiempo atrás que habían perdido la cuenta. Ellos calculaban llevar más de un año de viaje. La mayor parte de él en aquel desierto, del que no encontraban salida. Y lo más impresionante, era que siempre había sido de noche. No les cabía en la cabeza. A ninguno, salvo a uno.

Los cuatro miraban la alta torre anonadados, sin comprender qué podía hacer ahí ella sola. En medio de nada. Ellos eran Aladär, el primero de los oficiales de Gelghar; Sofio, el adivino y amigo; Eledar, aquel chico que llegó con su abuelo, pidiendo por partir entre los más valientes; y el guerrero Agenon, cuyo renombre y respeto le habían llevado a merecerse un sitio en la partida también. El resto habían muerto o desaparecido. Seis, seis hombres habían perdido por el camino. Y ahí estaban ellos, frente a aquella torre como único amparo en aquel desierto...
Extraído del capítulo VII del Cuento de Siläe:
Cuatro de los diez más valientes de Düredar
Memorias Olvidadas
Darka Treake
PD: He comenzado con la Segunda Parte!!

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