23 de diciembre de 2006

Planta baja. 05.13 horas.

Las entrañas de Teth Nolin


- ¿Estáis seguros de querer entrar aquí?- Dijo Eledar aun desde el umbral, a las puertas de ese oscuro pasillo abovedado.
- ¿Qué hacemos sino? ¿Esperar a que nos reciban?- Agenon habló desde el interior, sin siquiera mirarlo. Caminaba despacio, y era el que estaba más adentro, a la altura de la primera puerta, a la derecha.- Aquí no vive nadie...
Tras él iba Aladär, y después Sofio.
- Sí, es aquí.- Respondió el tercero, seguro de lo que decía.- Haya alguien o no, sé que es aquí.

Ninguno se atrevió a responderle, y Eledar, resignado, entró en la inmensa torre. El pasillo cada vez estaba más oscuro, tan sólo llevaban por luz una vela de las que habían encontrado en el caballo. Agenon se acercó a la puerta, para escuchar, pero no oyó nada. Los otros tres lo alcanzaron, y Aladär habló susurrando.
- A ver... Cuatro puertas. ¿Vamos a entrar por la primera? Aquella es más grande.- Esto último lo dijo señalando, aunque su dedo casi no se veía entre la penumbra.
- Yo probaría por esta... ¿Por qué no?- Agenon seguía a la escucha. Pero nada.
- Bien, pues abre, ¿o piensas llamar?- Dijo sonriendo Eledar.
Y Agenon, con desdén, lo miró muy serio y llevó la mano al pomo de la puerta, y la abrió de golpe. La madera chocó contra la pared de piedra, descubriendo otro pasillo, aunque más estrecho. Totalmente oscuro...
Agenon le quitó la vela a Aladär, y entró. Aun miraba fijamente a Eledar, desafiante. Una vez dentro, se iluminó pronto, no era más que un pasillo de unos cinco metros que, de nuevo acababa en otra puerta. Aunque éste, a cada lado, tenía dos entradas, hechas de barrotes de acero. Eran celdas... Cada puerta tenía una buena cerradura que impedía su paso.
Agenon, sin mirar a sus compañeros, avanzó hacia la puerta de salida, al otro lado, echando un vistazo en cada celda. Estaban vacías.
Al llegar a la otra puerta, paró a escuchar. Silencio...
- ¿Estáis listos? No sabemos qué nos podemos encontrar al otro lado...-Su voz sonó baja, pero firme.
- Lo estamos.- Respondió Aladär, y a esas dos palabras le acompañaron el lento chirriar de las espadas al desenvainarse. Agenon abrió la puerta, con espada en mano, y al ver lo que había en aquella habitación, se detuvo en seco, sin dejar pasar a los demás...



Extraído de Las entrañas de Teth Nolin, capítulo IX del Cuento de Siläe
Memorias Olvidadas
Darka Treake
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